La historia se repite. Si el pasado mes de diciembre se hacía oficial el cierre de la única oficina bancaria que daba servicio al conocido en la Vall d’Uixó como poble de dalt, hace unos días sucedió lo mismo con la última que quedaba abierta en el poble de baix. Los argumentos que plantearon en aquel momento son los mismos que se repiten ahora entre los vecinos de esta parte del casco histórico de la ciudad. Paulatinamente pierden servicios, lo que no contribuye a frenar el abandono de estas zonas urbanas.

Si en diciembre la sucursal era de Caixa Rural la Vall San Isidro, ahora es la de Caixa Sant Vicent. Las motivaciones en ambos casos parecen ser la misma. Para optimizar el servicio, las entidades agrupan sus oficinas en la zona centro, donde se concentran la totalidad de los bancos.

Según ha podido saber Mediterráneo, en este caso no han habido despidos, solo redistribución de personal. Caixa Sant Vicent contaba con dos oficinas en el área de influencia del poble de baix, la que atendía a particulares, ubicada junto a la iglesia de la Assumpció; y otra destinada a las empresas, en la avenida Cor de Jesús. La entidad ha trasladado ambos departamentos a un local más grande, en la misma avenida y a escasos metros de donde se encontraba la de empresas. De hecho ya está funcionando.

SENSACIÓN DE ABANDONO // Independientemente de las razones que hayan movido a estas reestructuraciones por parte de las dos cajas rurales, que responden, al parecer, a criterios de eficiencia, la respuesta vecinal ha sido idéntica en ambos barrios: lamentan el abandono al que se ven sometidos de forma gradual.

Como manifestaron en su día quienes residen en el poble de dalt --en el entorno de al parroquia del Santo Ángel--, que cada vez tengan menos servicios es un hándicap adicional a la hora de atraer a personas interesadas en residir en estos barrios, de calles estrechas e integrados, en su mayor parte, por viviendas unifamiliares, muchas de ellas antiguas.

La concentración en el centro perjudica, en especial, a las personas más mayores, que son los vecinos más numerosos en estos entornos históricos, que pierden en accesibilidad y comodidad. En estos barrios perduran algunos comercios tradicionales.