El conocido popularmente como poble de dalt de la Vall d’Uixó, uno de los barrios más grandes y antiguos de la ciudad, se ha quedado sin entidades bancarias después del cierre de la única sucursal de la zona, la que mantenía Caixa Rural la Vall San Isidro en la plaza Silvestre Segarra.

Con una concentración de la actividad bancaria casi absoluta en el centro y avenidas principales, esta oficina --que según ha podido saber Mediterráneo podría tener unos 700 clientes-- era la única que prestaba atención de cercanía en un barrio que, según explican algunos residentes de la zona, cada vez se hace más mayor y tiene menos servicios.

CUATRO sucursales / A pesar del cierre de la sucursal, Caixa Rural la Vall mantiene ahora operativas cuatro oficinas: la central de la plaza de la Paz Vicent Martínez Guzmán, en la avenida Jaume I, en el barrio Carbonaire y en la avenida Cor de Jesús, siendo una de las entidades que cuenta con más delegaciones a nivel local.

Un esfuerzo gestor que, para los vecinos de esta parte de la ciudad, no sería proporcional, porque no entienden que finiquiten la suya y dejen abierta la de la avenida Jaume I, que está relativamente cercana a la central.

Aunque para los afectados, esta es solo una razón más para sentirse «algo abandonados», como indicaron ayer a este periódico. Y es que este enclave urbano, «no tiene posibilidades de crecimiento, se quedan muchas casas vacías y la población está envejeciendo», denuncian. Un mal que aquejan muchos centros históricos, donde las viviendas son bajas y las calles estrechas. Como nota anecdótica, echan de menos, por ejemplo, que instalen luces navideñas, porque también tienen escasa actividad comercial.

Evidencian que prácticamente no cuentan con servicios y todos les quedan lejos, al estar cada vez más concentrados en las áreas de expansión, «donde la población es más joven y numerosa».