Si hay un evento religioso en Benicarló capaz de congregar a cientos de participantes y miles de asistentes, al margen de las procesiones, es, sin duda, la Rompida de la Hora, uno de los actos del calendario litúrgico de la Semana Santa local más potentes y cargados de simbolismo. Este año, la convocatoria del Grup de Bombos i Tabals de Benicarló cumplía su XXIV edición y, ayer, volvió a tener una respuesta multitudinaria de vecinos y turistas.

La plaza de San Bartolomé, punto de encuentro de las cofradías locales y de otras ciudades, se llenó hasta la bandera para, a golpe de maza y baqueta, conmemorar la muerte de Cristo.

Así, en el momento en el que sonó la última campanada que señalaba las 12.00 horas en el reloj del campanario --del que esta vez poco importó su titularidad--, el concejal de Deportes, Carlos Flos, sobre el que recayó la responsabilidad y honor de dar el toque inicial, propinó el primer aldabonazo y, acto seguido, estalló el fragor de cientos de tambores y bombos repiqueteando al unísono, simulando el estremecedor eco del temblor de tierra que, según rezan las Sagradas Escrituras, se produjo cuando Cristo, en la cruz, exhaló su último aliento. H