«El precioso manantial/ del pozo de vuestra casa/ concede salud sin tasa/ al que bebe su cristal/ quedando con tal favor/ de todo mal libre y sano/ sednos padre y defensor/ Santo Apóstol valenciano». Este es uno de los versos de els gojos a Sant Vicent Ferrer que este lunes volvieron a entonar sus devotos en la Vall d’Uixó, aunque desde su casa; pero con un sentimiento compartido en muchos municipios de la provincia, para que quien fuera conocido por sus milagros y por su intercesión en epidemias históricas termine con la que golpea ahora a Castellón.

A nadie le pasó desapercibido que este lunes era el día grande de las fiestas patronales de la Vall y así lo pregonaron las campanas de la iglesia de la Asunción y de la ermita del santo, llamando a los vecinos a la participación en una celebración virtual que, como tantas y tantas otras celebraciones desde que se decretara el estado de alarma, está viviéndose de la mejor manera posible cuando el confinamiento es norma e imposición.

La ermita de Sant Vicent abrió sus puertas durante unos minutos en la Vall d'Uixó.

La de Sant Vicent es una celebración que se vive en muchos municipios como la Vall d’Uixó, Nules, l’Alcora, Borriol o Xilxes, entre otros. Y como suele suceder en un día tan señalado, se conjugaron las celebraciones estrictamente religiosas con otras más populares. Ese es el caso de Nules, donde a pesar de no tener pasacalle --una de las fiestas más coloristas y participativas de la localidad, declarada de interés turístico--, no hubo resignación y las diferentes quintas salieron a los balcones al son de Paquito el Chocolatero, logrando que por momentos las calles reprodujeran el mismo jolgorio que las habría caracterizado de no estar la práctica totalidad de los vecinos luchando contra el coronavirus en casa. Quedará por ver qué solución se dará al hecho de que los organizadores de esta festividad cambian cada año y de forma sucesiva desde hace décadas, coincidiendo, desde su origen, con el 25 aniversario del paso de los mozos por el servicio militar.

Las quintas de los diferentes años llevaron el ambiente del pasacalle a sus casas en Nules.

En Borriol, este lunes también fue un día trascendente y esperado, que se vivió con el ánimo que imponen las circunstancias. Ha habido dos fechas claves en la historia de su romería a la ermita de Sant Vicent que impidieron su celebración: en 1887, por una intensa nevada y la segunda, a medias, en 1994. La del 2020 engrosará ese listado por ser la que se vivió de manera virtual. A puerta cerrada, se celebró una misa retransmitida por la cuenta de Facebook del Ayuntamiento, que se completó con una mascletà casera con instrumentos de cocina. Informa Henri Bouché.

Los niños tuvieron que celebrar la festividad de Sant Vicent desde casa en Borriol.

Y como hay tantas citas como costumbres, las expresiones de amor tomaron los balcones y ventanas de l’Alcora en su tradicional mocadorà, recuperada en el año 2002 por parte de los barrios y la Coordinadora d’Associacions Culturals de la Comarca de l’Alcalatén. Los vecinos reprodujeron la tradición de que los hombres regalaran a su amada dulces y confites después de la romería, en el entorno de la ermita, en un particular San Valentín alcorino que este año se tuvo que vivir dentro de casa. Informa Javier Nomdedeu.

La ‘mocadorà’ se festejó de una manera más íntima este año en l'Alcora.

En Xilxes, los pañuelos se transformaron en instrumentos en una jornada marcada por el pasodoble interpretado por la Unió Musical Santa Cecília, cuyos miembros tocaron desde sus respectivos domicilios.

La Unió Musical Santa Cecília honró a Sant Vicent con un pasodoble coral en Xilxes.