La dirección general de Costas no va a realizar ninguna actuación de urgencia tras el desprendimiento ocasionado el pasado miércoles en una cala de la zona del paraje natural de Sol de Riu. Según argumentan, este no afecta directamente a un vial o acceso de población y solo parcialmente a una servidumbre de paso, de ahí su pasividad. Así lo explicó ayer a Mediterráneo el concejal de Obras y Servicios, Guillem Alsina, quien indicó que, según este departamento, pueden seguir produciéndose nuevas caídas de rocas en esta zona natural y, de afectar totalmente al área de tránsito, se requerirá al propietario de la finca afectada para solicitarle dejar una nueva franja de seis metros de servidumbre.

El entorno permanecerá, de momento, acordonado para evitar riesgos, ya que la parte de acantilado desprendida ha dejado una gran grieta que es visible en todo este camino que bordea el mar y que ocasiona un peligro de posibles nuevos derrumbes.

La caída de este acantilado en el límite con Cataluña se ha producido tras el fuerte temporal marítimo de finales del mes de enero. Pero no es una anécdota. Y es que tanto en la costa norte como en la sur son habituales estas situaciones sin que nadie haga nada para evitarlo. De hecho, mientras que en el litoral sur de la provincia hay un estudio de la Universidad de Cantabria que establece qué medidas estructurales se deben de tomar para frenar la regresión y el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, se comprometió a que las primera actuaciones no tardarán en llegar, en el norte nada se sabe.

Una situación ante la que los propietarios de viviendas de primera línea han manifestado reiteradamente su temor. Y es que, se han llegado a producir grietas en jardines de inmuebles que han dejado de tener playa debajo y se ven golpeadas por el mar.