Cuando uno se adentra en las entrañas de la tierra no sabe qué se puede encontrar. De eso saben y mucho en espeleología, una especialidad deportiva que requiere de mucha confianza en uno mismo para no dejarse vencer por el miedo y querer saber y conocer siempre un poco más las claves de muchas expediciones que han acabado desvelando misterios que, de no ser por ellos, habrían permanecido escondidas para siempre.

Ese es el caso del último hallazgo de varios miembros del Espeleoclub la Vall, que el pasado 24 de noviembre decidieron hacer una visita a la Sima de Alfondeguilla tras un episodio de lluvias torrenciales. Lo que encontraron gracias a unos corrimientos de tierra, pese a su experiencia, les dejó asombrados: 4 obuses de la guerra civil y, «entre una multitud de huesos de perros, parte de un cráneo humano, de aspecto bastante antiguo», como relató Héctor Cardona.

No lo dudaron. Siempre hacen lo mismo. Este tipo de descubrimientos son puestos en conocimiento de las autoridades para que realicen la pertinente investigación, aunque un espeleólogo raramente se conforma con olvidar lo que ha vivido.

Rebuscando en distintas fuentes documentales han podido saber que «los proyectiles de artillería tienen unas dimensiones de 56x14,5, 43x8,5, 39x8,5 y 34x7,5 centímetros», detallan. Aunque resulta más fascinante conocer dónde les ha llevado la investigación del cráneo.

Apuntan a la posibilidad de que «los restos humanos probablemente sean de la guerra civil, pero también podría corresponder al esqueleto observado en 1927», cuando en esta cavidad, según relatos de la época, lanzaron el cuerpo de Antonio Mancilla, víctima del conocido como Crimen de Xóvar.

Según relata el investigador de la Vall d’Uixó Nel·lo Navarro, un tal Manuel Esbrí bajó aquel año buscando su cadáver, después de que un empresario, Miguel Ten Beltrán, confesó ante la Guardia Civil el asesinato de uno de sus trabajadores, al que le cortó la cabeza.