Los artistas falleros ya trabajan a contrarreloj y buscan sacar 25 horas al día. Resta justo un mes para la festividad de Sant Josep y poco más de dos semanas para que las primeras piezas se dejen ver en las plazas más grandes de Valencia. En los talleres la actividad es frenética. Unos pintan, otros recubren de plástico las figuras ya terminadas, pero aún quedan algunas en blanco e, incluso, otras siguen en cartón.

“Si tuviésemos más horas, más cosas haríamos”, señalan. Siempre que pueden, no dudan en completar la falla con detalles no previstos. A pesar de todos los esfuerzos, “este año aún se van a dejar sentir las consecuencias de la crisis económica”, asegura Sergio Musoles, secretario del Gremi d’Artistes i Artesans Fallers de Burriana. El motivo radica en que en este sector la recesión se demoró uno o dos años, “porque fue el tiempo que tardaron las comisiones en notar que se les estaban borrando comisionados y reaccionaron reduciendo presupuestos”. Ahora, por el contrario, ocurre justo lo opuesto y los propios falleros necesitan “una mayor confianza y solvencia económica para volver a apuntarse”.

En Valencia capital ya se detecta un cambio en la tendencia de los jurados a la hora de valorar más la calidad y los acabados de los monumentos, por encima del volumen del conjunto, “pero en los pueblos cuesta más”. En el caso de Burriana, en este 2016 hasta siete comisiones van a figurar en la sección primera. La favorita para alzarse con el primer premio es el Club 53, pero sin dejar de lado los monumentos de Don Bosco o Sant Josep. Y también se han incorporado a esta sección el Barri València, la Vila, Chicharro y Jaume I. H