Cada 31 de diciembre, la asociación cultural Muntanyes de la Guerra de la Vall d’Uixó propone una manera distinta y cargada de simbolismo de despedir el año. Es una especie de homenaje, pero sobre todo una reivindicación. Porque el 31 de diciembre de 1939 se libró la que se cree que fue la última batalla de la guerra civil en territorio de la Comunitat Valenciana y fue en sus montes.

Desde hace ocho años, los integrantes de la asociación están empeñados en dar a conocer el «patrimonio bélico» que se esconde entre los parajes agrestes más conocidos del municipio, a menudo pasando desapercibidos. Pero, como defiende el secretario de la asociación, Carlos Mallench, «la gente tiene que saber que esas piedras son mucho más», tal vez un refugio, o un búnker, donde durante nueve meses los soldados de ambos bandos pasaron sus días y sus noches a la espera de que la contienda que enfrentó a los españoles finalizara sin arrebatarles la vida.

Fueron días muy duros que han dejado su huella en un amplio «patrimonio que debemos conocer y preservar», porque habla de que, mientras el pueblo quedaba deshabitado al ser considerado «zona militarizada», unos 10.000 soldados nacionales y republicanos recibieron a tiros un año determinante para su futuro en las montañas que rodeaban un valle estratégico.