Cuatro jóvenes monjas extranjeras son las protagonistas estos días en Benicàssim. Llegan de lejos y para quedarse. De hecho, han estado aprendiendo el castellano y ya están empadronadas en el municipio. El objetivo, asentar la orden en su primer país de habla hispana y dar vida a un convento cerrado desde hace cerca de una década. Se trata de la Congregación de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, fundada por una religiosa polaca en Roma, en 1873, y que, en la actualidad, cuenta con 1.200 profesas en 13 lugares diferentes del mundo, explicó a este diario el párroco benicense, Luis Oliver.

El acuerdo surgió hace un año, en un encuentro casual entre Oliver --que además es el delegado de familias en la diócesis de Segorbe-Castellón-- y la superiora general de la orden, la Madre Jana Zawieja, en una reunión en la capital italiana. Y se ha estado fraguando en varios encuentros con el obispo, Casimiro López, en los últimos meses, en los que se ha ido preparando esta casa del obispado para la llegada de las nuevas inquilinas. España es el primer país de lengua hispana donde se asientan. «Principalmente disponen de inmuebles en Polonia y Estados Unidos, y el idioma oficial de la congregación es el inglés», indicó Oliver. No obstante, también están en Gana (África), Australia, Filipinas, Reino Unido, Francia, Italia, Ucrania, Bielorrusia, Rusia, Kazajistán e Israel.

Esta congregación se centra «en la familia, los jóvenes y los niños», explicó el cura, quien añadió que «tienen guarderías, orfanatos y están en hospitales».

Juan Pablo II fue, curiosamente, uno de los menores que cuidaron en sus primeros años de edad, relató como anécdota Oliver. Por este motivo, «mantuvieron una fuerte vinculación con él que, antes de ser Papa, ya era muy grande y muy estrecha cuando era obispo de Cracovia».

La relación se prolongó en el tiempo y en el año 1998 beatificó a la fundadora, Mary of Jesus Good Shepherd, Frances Siedliska.

Las hermanas llegaron hace dos semanas. Los benicenses les dieron la bienvenida con una misa oficial, que llenó la parroquia de Santo Tomás. «Los feligreses están contentísimos», resaltó.

«En un momento en que en Europa se están cerrando muchos conventos, que llegue una orden con jóvenes de 33 a 38 años es toda una alegría», manifestó.

Se trata de una casa de dos plantas, con 20 habitaciones, una capilla y jardín, que pertenece al obispado y que se encuentra próxima al polideportivo municipal. Allí estuvieron instaladas las hermanas de Cristo Sacerdote, desde los años 70 hasta el 2008 aproximadamente, recordó el párroco. Se puso en marcha con la idea de que las religiosas cuidaran de sacerdotes ancianos.