Las fiestas de invierno de Peñíscola vivieron ayer su día más multitudinario con la celebración de las paellas de hermandad. Las condiciones meteorológicas fueron propicias, lo que influyó en una buena participación. La concejala del área, Raquel París, destacó «las más de 500 personas que se han unido en esta cita de hermandad, que es a la vez el momento que congrega a más gente de todo este fin de semana».

Una veintena de grupos se apuntaron a esta convocatoria, en la que la organización aportó los hierros, la leña y el arroz, mientras que los inscritos echaron el resto, con los complementos que faltaban, la aplicación de sus técnicas culinarias y el apetito para degustar sus propias creaciones. A las 14.00 horas, la Plaça de Bous registró el momento de máxima actividad, cuando habitantes de todas las edades se dedicaron a cocinar los ingredientes, hasta rematar las paellas. Muchos las comieron en las mesas instaladas en la carpa de la plaza Santa María, mientras que otros lo hicieron junto al fuego, con la compañía de aperitivos y postres, en unas horas de diversión que se alargaron hasta media tarde.

MÚSICA Y ENCIERRO / Con apenas unas horas de descanso, la jornada siguió por la noche, con el segundo de los bailes en el entoldado, de la mano de la orquesta Magia Negra, cuya actuación se desarrolló hasta la madrugada. Para quienes quisieron apurar la velada, hubo una discomóvil final. En medio, se hizo el segundo y último de los encierros de vaquillas en la calle Saiz de Carlos.

Hoy termina la programación, con una serie de actos dedicados a los más pequeños, como los juegos hinchables durante el mediodía o un encierro infantil vespertino, que irá seguido de una chocolatada. A las 14.00 horas habrá fideuà popular a beneficio de la Asociación contra el Cáncer.