En un conocido taller de alta costura de la Vall d’Uixó se ha creado la bata anticovid para odontólogos, la primera patente europea en este ámbito que viene a cubrir una necesidad que los profesionales habían evidenciado pero a la que nadie había dado respuesta. Hasta ahora.

La artífice es Maria Penyarroja, alma mater de Les mains. Conocidos que se dedican a esta especialidad sanitaria le plantearon su problema: los EPI con los que contaban no les protegían adecuadamente, estaban demasiado expuestos. Escuchó atentamente sus inquietudes y en pocos días diseñó una bata que, entre otras especificidades, refuerza la protección del cuello de los dentistas. En cuanto fue consciente de que no había nada parecido en el mercado, tramitó la patente europea.

NUEVAS OPCIONES

Como tantas otras profesionales de su sector, Maria Penyarroja se enfrentaba este año a una situación preocupante. Con la suspensión de bodas y con las comuniones en el aire --la base fundamental de su labor empresarial--, el confinamiento la pilló en Barcelona, dado que vive a caballo entre la ciudad condal y la Vall d’Uixó, donde tiene su atelier. Allí se vio sin nada que hacer, «ni siquiera tenía una máquina de coser» y se lanzó a confeccionar batas «con bolsas de basura y cinta americana, porque había mucha necesidad. No recuerdo cuántas hice».

Sus circunstancias cambiaron en cuanto las autoridades sanitarias permitieron los desplazamientos y volvió a casa. Fue en la Vall donde entró en contacto con una familiar odontóloga que le expuso su problema. Tras mucho consultar e investigar, dio con un prototipo. Al probarlo y ver que era lo que estaban buscando «registramos el diseño».

La necesidad acuciaba. Su labor creativa se desarrolló en apenas 5 días, aunque mucho más vertiginosa ha sido la expansión de su idea entre los odontólogos y a día de hoy «ya estamos confeccionando para toda España».

Peñarroja resalta que el objetivo principal era la funcionalidad, que la bata estuviera homologada por diseño y materiales, y cuando garantizó estos aspectos, aportó su faceta creativa, de manera que el producto final «sea seguro, funcional y estético», asegura.

Como suele suceder en estos casos, cuando inició el proceso no podía imaginar que pudiera resultar «tan importante», tanto por la aportación que supone para la seguridad de los sanitarios como porque el que se planteaba como un año difícil ha pasado a ser uno de oportunidades, «en el que podremos mantener los puestos de trabajo e incluso también crear nuevos», concluye.