Vila-real y el colegio Gimeno Barón están de luto. La causa no es otra que el fallecimiento esta misma semana de Raúl, que fue diagnosticado de la enfermedad rara de Charcot-Marie-Tooth con solo cuatro años de edad y ha perdido la vida después de otros cuatro años de lucha. “Era un ángel. Muy dulce, muy tranquilo y muy agradecido. Nos ha enseñado mucho”, aseguran desde el mismo centro escolar al que acudía en silla de ruedas cuando se agravó su dolencia.

Los compañeros de Raúl, sus profesores y, como es lógico, su familia, lloran una pérdida irreparable e injusta. Son continuas las muestras de apoyo que han recibido estos días y en el centro planean rendirle homenaje en el próximo festival de fin de curso, pues era muy querido por todos quienes le conocieron. “Nos hemos sentido siempre muy arropados. No esperaba tanto apoyo. La gente es muy buena”, confiesa aún compungida su madre, Viorica, que llegó junto a su marido a Vila-real procedente de Rumanía en el 2006 y se ha adaptado a la perfección a su ciudad adoptiva.

La familia, compuesta por la citada Viorica, su marido y el hermano de Raúl, de cuatro años y alumno también del Gimeno Barón, se han desplazado a su país de origen para despedir al pequeño, pero regresarán la próxima semana a Vila-real para intentar retomar sus vidas ya sin el pequeño de 8 años. “Era un niño muy bueno y muy guapo. Tenía unos ojos azules enormes y nunca se quejaba de nada, ni nos pedía nada. Si le regalabas un estuche era el más feliz del mundo”, recuerda su madre, que desvela que fue en el propio centro donde se le diagnosticaron los primeros síntomas de la enfermedad: “Le costaba correr o levantarse más que a sus compañeros, así que lo notó el profesor de educación física. Se le fueron atrofiando los músculos y pese a que hemos ido a muchos médicos y hospitales, es una enfermedad sin cura”.

Desde ‘Mediterráneo’ nos unimos al dolor de la familia y allegados de Raúl, a quien hemos querido recordar y homenajear en este artículo.