Burriana volverá a estar en boca de los aficionados a la música con el festival más multitudinario del país en su octava edición, a partir del martes. Un evento que genera un gran impacto económico.

--¿Hacia dónde evoluciona el evento tras cuatro llenos consecutivos y el último de ellos cuatro meses antes de la cita?

--Nacimos como una iniciativa pequeña, pero con aspiraciones de ser de las grandes del panorama nacional. Burriana tiene un entorno privilegiado y la provincia es tierra de festivales. Cada año mejoramos en producción y cartel. Con nosotros, también Burriana y la provincia. Las marcas están encantadas con un evento que genera riqueza y empleo.

--¿Qué aspiraciones hay tras varios años siendo el certamen que más asistentes atrae?

--Queremos que el cartel cada año sea mejor, así como la experiencia de los asistentes y la convivencia con los vecinos. En turismo, que siga siendo un motor. Crecer en calidad y en cartel, pero no en número de asistentes, porque hay que conjugar el desarrollo con normalidad y convivencia.

--La repercusión económica va mucho más allá de los supermercados y restaurantes...

--Desde que empieza, entre el Grao hasta el inicio de la Serratella, todo está lleno. Además, se da trabajo a 35 empresas locales y alrededor del 80% de personal que empleamos es de Burriana y la provincia. En igualdad de condiciones, siempre se contrata a negocios de aquí. Luego, hay algún caso en el que no hay ninguna mercantil que pueda ofrecer el servicio, como los escenarios. No las hay en toda la Comunitat que sean capaces de suministrar todo el material que se requiere.

--¿Y en Burriana ciudad?

--La zona de afección del festival es tanto Arenal como Malvarrosa. Somos de la opinión de dinamizar el centro del casco urbano y eso hacemos en Sevilla, con el festival Interestelar. Pero estas cosas no dependen solo de nosotros y en la capital andaluza el Ayuntamiento ayuda y subvenciona.

--¿Cómo valora el cartel?

--Están todos los grandes éxitos de este año, con un equilibrio muy bueno entre bandas y deejays nacionales e internacionales. Somos un festival muy joven, si lo comparamos con otros que tienen más de veinte años, como el caso del FIB y Viñarock o Rototom. Pero, con todo, cada vez incluimos más estilos de música, somos más eclécticos y la gente reacciona de un modo positivo.

--En estos siete años han tocado bandas que han pasado del anonimato a tener miles de fans.

--Ahí están los casos de La Pegatina, Taburete, Two door cinema club o Crystal Fighters. O Dulceida, conocida por la moda y que ahora despunta también en la música. Somos un escaparate para las bandas, porque atraemos a mucho público y gente consumidora de música. Hay grupos internacionales con nombre, pero no venden muchas entradas. Tras el Arenal, experimentan un tirón.

--Tras mucho trabajo, se regresa a la villa musical junto al puerto.

--Ha habido un cambio en la ley de turismo, por la que los grandes eventos se consideran de interés cultural. Además, hemos incorporado todas las medidas correctoras existentes, como el aislamiento acústico, limitadores de sonidos y la distribución de altavoces por el recinto. Volver a esta explanada es algo muy positivo y es el sitio natural donde empezó. Hablamos de un zona asfaltada y más cómoda, porque todo está más centralizado. Es lo que tiene más sentido.

--¿Cuáles son las recomendaciones para esta edición?

--Primero, que todos traigan las entradas impresas y que sean pacientes con las normas. Hacemos hincapié en cosas que no se pueden llevar para que todo sea más ágil. Por eso se requiere la colaboración de la gente, como en el fútbol. Hay que pasar unos controles y llegar con mucho tiempo de antelación. Estas medidas son por el bien de los asistentes.