El acuerdo firmado tras los comicios municipales del 2015 hizo que Merche Galí (Castellón, 1974) recuperara una alcaldía marcada por los retos para la ciudad y la entereza contra el cáncer.

--Hoy cumple un año en la alcaldía. ¿Qué balance realiza?

--Muy positivo. Cuando llegas al cargo te das cuenta de que los proyectos tardan más en materializarse de lo que te gustaría, que los plazos de la administración que gestiono como alcaldesa no son los que me agradarían como ciudadana, pero que el camino se hace andando y, si algo me caracteriza, no es achicarme ante las dificultades. Estar inmersos de lleno en el programa Edificant para dejar de ostentar el dudoso honor al que nos condenó el PP de ser el municipio de la provincia con más barracones quizá sea lo más gratificante. Una meta que completaré cuando arranquen de nuevo las actuaciones en el colegio Regina Violant.

--El día de su investidura, el president de la Generalitat, Ximo Puig, manifestó que gobiernos de coalición como el de Almassora «proporcionan a la Comunitat estabilidad, diálogo y honradez». ¿Está de acuerdo?

--Sí. Son el mejor ejemplo de que el tiempo de las mayorías absolutas ha terminado y es momento de consensuar todas las decisiones. Por encima de los individuos están los equipos, que tienen que dar cuenta ante el grupo.

--¿El traspaso de poderes fue más fácil que alcanzar el pacto de gobierno municipal?

--Desde luego que sí. El traspaso de poderes estaba incluido en el acuerdo, como el resto de puntos, y no hubo ningún problema. Todo fueron facilidades por parte de Susanna Nicolau para intercambiar nuestros despachos y, sobre todo, materializar mi investidura. Firmar el pacto fue más complejo, ya que es una hoja de ruta trazada al milímetro, que obligó a dialogar casi cada decisión. En su día costó, pero ahora nos evita muchos problemas.

--Su entrada coincidió con la polémica por el uso del himno de España por parte de su antecesora, algo que usted resolvió. ¿Le causó algún tipo crisis interna? ¿Ha tenido que afrontar algún otro tipo de desacuerdo por cuestiones de ideología?

--No diría crisis, pero sí manifesté mi desacuerdo con una decisión en la que no había participado. A mí no me molestan el himno ni la bandera española, ni los retiraría. Era una cuestión que no creaba ningún tipo de conflicto entre la ciudadanía, no había ninguna demanda para que se quitara y tampoco estaba en el pacto ni en mi programa electoral.

--¿Pesa el hecho de ser la máxima mandataria socialista tras 14 años de gobiernos del PP?

--Más que pesar, supone una responsabilidad en lo personal y en lo profesional para no defraudar a mis compañeros y a la militancia, así como a todos esos vecinos que simpatizan con las ideas progresistas y durante tanto tiempo no han tenido un gobierno socialista. Ser alcaldesa por el Partido Socialista es un honor y más ahora, donde muchos municipios próximos, la Generalitat y el Estado están gobernados también por compañeros socialistas.

--¿Cuál es el mayor logro en su primer año como dirigente?

--Sacar adelante los Feder concedidos por la Unión Europea (UE) en la estrategia Edusi, porque nunca antes un gobierno local ha gestionado 10 millones para transformar el urbanismo local. Es un reto que inicio con proyección de futuro, ya que las ayudas irán llegando a medida que vayamos ejecutando obras como las de San Jaime, la sustitución de alumbrado por bajo consumo, los carriles bici, la puesta en valor del Millars. Será apasionante ver ese cambio, de la Almassora que miraba acomplejada al Serrallo y se sentía ciudad dormitorio a la que reivindica su potencial, que lo tiene y que es mucho.

--Si mañana dejara el cargo actual, ¿qué proyecto no querría que se quedara en el tintero?

--Con diferencia, la obra del Regina Violant. No se va a quedar en el tintero, pero es de lejos el proyecto que más preocupa porque no hablamos de una mejora, sino de una necesidad insustituible. No agobio al conseller Vicent Marzà ni llamo a tantas puertas por capricho, sino por justicia para la comunidad educativa.

--En estos meses también ha sido ejemplo de la lucha contra el cáncer, al que ha vencido sin dejar de lado sus responsabilidades. ¿Le ha servido la agenda política como antídoto?

--Sí, sin duda. Me ha obligado a mantenerme activa, a levantarme cada mañana para venir al Ayuntamiento a cumplir con los compromisos municipales y no pensar tanto en el cáncer más que con la meta de recuperarme para seguir. Al principio me angustiaba no saber si podría llegar a todo pero, afortunadamente, salió bien. Me quedo con la lección de vida que me ha enseñado a valorar más lo que tengo.

--¿Volvería a repetir el pacto de gobierno en el caso de no lograr las próximas elecciones la preciada mayoría absoluta?

--Es difícil saber qué ocurrirá en las próximas elecciones y si la aritmética posibilitará el mismo acuerdo. Si así fuera, y teniendo en cuenta que ha tenido mejores resultados de los que esperaba, sí. Creo que cada uno imprime su sello a ese proyecto común y el vecindario valora. La última palabra es de la ciudadanía.

--Tomó el testigo del cargo de otra mujer, Susanna Nicolau. ¿Cómo valora cómo mujer y política el ejecutivo formado por Pedro Sánchez con 11 ministras?

--Muy positivamente. Lejos de calificarlo de maniobra cosmética, creo que es la imagen real de la sociedad. Somos mayoría en las universidades, y lo lógico es que después ocupemos los puestos de mayor relevancia. La Administración tiene que dar ejemplo y no ser cómplice de los techos de cristal que todavía se viven en tantos organismos y empresas.