Cuatro días después del fallecimiento de Rafael Lloret, tal y como estaba previsto anteriormente, se celebró ayer el acto de entrega de la placa conmemorativa a su familia, después de que su nombramiento como hijo adoptivo de la villa de Borriol se acordara el pasado 25 de julio.

El acto se celebró en el salón del ayuntamiento, que se llenó con la presencia de la numerosa familia del homenajeado y del público; todo ello, presidido por el alcalde de la Villa, Héctor Ramos, acompañado de la corporación. Maestros, compañeros, antiguos alumnos, socios de Nueva Jerusalén y el cura párroco, Pere Saborit, acudieron a la cita.

Palabras para el ‘PROHOM’ // En primer lugar, habló la concejala de fiestas, Priscila Pauner, quien hizo la presentación y dio paso al cronista oficial de la vila, Henri Bouché, que glosó la figura del fallecido y centró su parlamento en el papel que desempeñó Rafael Lloret en la creación de la pasión borriolense, conocida como Nueva Jerusalén. Además de tener la idea de realizarlo, ostentó la figura de Jesús durante 33 años. Este papel pasó a favor de su hijo Rafael Lloret Porcar, y siguió como presidente de la Asociación.

El drama sacro, representado por primera vez en 1975, contó con el apoyo incondicional y persistente del homenajeado durante estas 45 ediciones, bien arriba como detrás de los escenarios.

El cronista tuvo palabras de agradecimiento para el homenajeado y su familia: «Te recordaremos siempre, Rafa, con cariño y gratitud, aunque con dolor porque este es el precio del amor que te hemos profesado. Cuanto más oscura es la noche, más brillantes son las estrellas. O, lo que es lo mismo: cuanto más grande es el dolor, más cerca está Dios».

El alcalde cerró el acto y ensalzó la figura del hijo predilecto: «Le tenemos mucha estima en el pueblo por su labor educativa y cultural, pero sobre todo social, ha sido un maestro para todos nosotros», declaró Ramos.