Cataluña y Aragón no cortaron la sarna en los primeros momentos y hoy soportamos las consecuencias aquí». Así de contundente se manifiesta el presidente de la Asociación de Propietarios para la Gestión Forestal y Conservación del Medio Ambiente (Aproca), José Luis Falomir, por la crisis suscitada tras la detección en el interior de la provincia de cinco casos positivos de sarna sarcóptica, en cinco ejemplares de cabra hispánica.

El representante de la entidad, que agrupa a empresarios de alrededor de 40 aprovechamientos de Castellón, considera que las administraciones vecinas, en Teruel y Tarragona, donde se originó el foco, «no fueron capaces de atajarlo». «Estamos muy preocupados por cómo se están desarrollando los acontecimientos. Si la cabra disminuye y no puede practicarse su caza comercial, los daños económicos directos e indirectos serán cuantiosos, algo que es un medio de vida para muchas personas en una zona desfavorecida con pocas alternativas».

En contraposición a las críticas a la reacción de los gobiernos catalán y aragonés, Aproca valora «positivamente» la respuesta de la Generalitat valenciana, concretamente de la Conselleria de Medio Ambiente. «Los servicios veterinarios públicos están volcados en el asunto y realizando cuanto está en sus manos para frenar la problemática. Tanto ellos como los agentes medioambientales están llevando a cabo una gran labor y nos ponemos a su disposición para intentar evitar males mayores», destaca Falomir.

Consecuencias

De hecho, el colectivo de propietarios considera que las consecuencias pueden ser «graves», sobre todo en el sector turístico cinegético, que mueve mucho dinero, ya que sus aficionados suelen ser personas con alto nivel adquisitivo, así como también en la cabaña doméstica de los ganaderos del interior, por un posible contagio a sus animales. «Hay que emplearse a fondo para cortarlo de raíz», asegura el dirigente de la asociación.

No obstante, entre los profesionales del sector primario, en algunas localidades de Els Ports ya se comenta la posibilidad de la transmisión de enfermedades, la propia sarna, pero también la tuberculosis a sus animales.

Aparición

Los peores presagios se cumplieron hace unas semanas y la temida enfermedad entró en el territorio castellonense, con cinco casos confirmados por las autoridades responsables, tras las advertencias de los cazadores a finales del 2017, cuando detectaron cabras salvajes afectadas en áreas de Teruel y en Tortosa-Beseit. Ante ello, los trabajos para erradicar el conflicto los acometerán en lugares naturales fronterizos. La coyuntura actual supone una evidencia más de cómo las plagas o las superpoblaciones de determinados animales (entre ellos también están los jabalís o los conejos) pueden afectar directamente a la economía y la ciudadanía de la provincia.

Para minimizar el número, en el caso de las cabras, el Consell autorizó para la campaña 2018-2019 un cupo de caza de 1.702 ejemplares (969 hembras, 478 machos selectivos y 255 machos trofeo). La temporada finalizará el próximo 31 de marzo.