La sesión de investidura en el Ayuntamiento de Benafigos dejó una situación inusual. Dos ediles del Partido Popular, Pedro José Quiralte y Carmen Castro, estuvieron presentes en la sesión, pero no tomaron posesión de la corporación, pese a tener el acta de concejal. A pesar de ello, su compañera de partido, Sara Escrig, fue proclamada alcaldesa, gracias a su propio voto y la abstención de los dos ediles socialistas, Eva Lidón Barreda y Silvia Agost.

Para encontrar una explicación, es necesario remontarse a los resultados del 26-M. Al ser un municipio pequeño, de 149 habitantes, según los datos del INE del pasado año, le corresponden cinco concejales y un sistema electoral de voto nominal, como el que se utiliza para elegir los representantes al Senado. Escrig (PP) fue la más votada, con 63 apoyos; Agost y Barreda (PSPV), segunda y tercera, con 58 y 47 respectivamente; mientras que los populares Quiralte y Castro sumaron 40 respaldos. Ante este veredicto, Escrig pidió ser la munícipe, pese a ser la tercera de la lista popular. «Es lo que ha decidido el pueblo», dice.

Por su parte, Quiralte, quien encabezó el cartel del PP, propuso, en un principio, compartir la alcaldía con el PSPV. Tras no llegar a un acuerdo, todo apunta a discrepancias en el seno de la formación, lo que llevó a la decisión del alcaldable popular y Castro.

«No tenía ningún interés en ser alcalde, ni tampoco abandonar al pueblo. Nadie ha plantado a nadie y no tenemos nada en contra de Escrig. Ella sabía que iba a pasar. Ya veremos cuándo tomamos posesión», afirma Quiralte.