Aunque existen indicios que han ayudado a los arqueólogos a datar el origen más probable del poblado ibero de Sant Josep de la Vall d’Uixó en la Edad de Hierro, allá por el siglo VII antes de la era actual, las excavaciones que iniciaron ayer podrían arrojar luz sobre cuándo se produjo el primer asentamiento humano en el suelo que hoy ocupa.

El equipo dirigido por las arqueólogas Anna Viciach y Lidia Salvador, e integrado por tres operarios, comenzó su labor «por los niveles más superficiales de vegetación, retirándolos para llegar a los arqueológicos» en el sector norte del yacimiento, donde se encuentran los accesos.

Lo que esperan encontrar es la continuidad de los muros que protegían el espacio, aunque certeza no tienen «ninguna». Se trata de suposiciones sobre las que están trabajando a partir de la realidad conocida hasta el momento. Viciach explica a Mediterráneo que «en la parte superior interior se ven estructuras que hacen intuir que hay una trama de muros de las últimas fases romanas, seguramente de los siglos IV y V», y suponen que, bajo estas, podrían encontrarse «los restos de la ocupación ibera».

Llegar hasta ellos podría plantear la necesidad de retirar los hallazgos más recientes para alcanzar y definir los antiguos, «aunque, de darse esa circunstancia, habría que evaluar el estado de conservación y definir la vida del enclave para decidir la conveniencia de desmontar» las estructuras más cercanas desde un punto de vista cronológico.

El reto al que se enfrentan es «poder relacionar los materiales encontrados hasta ahora con estructuras arqueológicas» y, de esto modo, «definir la evolución» temporal del yacimiento.

La ubicación del poblado ibero de Sant Josep, sobre el río subterráneo, lo ha convertido en un enclave privilegiado, donde las investigaciones más recientes se llevaron a cabo en los años 2014 y 2016. La primera consolidó todo lo hallado en los 70 y «la segunda amplió la zona de excavación y las dimensiones», indica.