Tras el cierre de un casal fallero en Burriana, las comisiones de la ciudad tratan de buscar soluciones que permitan conciliar el descanso vecinal y la actividad que se desarrolla en sus locales.

«Queremos convivir con los vecinos, como se ha hecho toda la vida, porque ni las fallas ni los casales son algo nuevo», explicó el presidente de la Federació de Falles, Salvador Doménech. Para lograrlo, su objetivo final pasa por disminuir al máximo las molestias para minimizar las quejas, y así evitar casos como el de la falla Barri València, que en estos momentos no pueden organizar actos, o el de Jaume I, que ha visto limitado su horario de apertura.

Con este propósito, según Doménech, «ya hemos mantenido reuniones con la concejal de Fiestas y con los técnicos municipales». Todo el trabajo va encaminado a «plantear acciones conjuntas para todas las comisiones».

«Conciliar la actividad fallera dentro del marco legal» es su cometido y, para ello, una de las primeras medidas que plantearán será cumplir el bando que emite el Ayuntamiento cuando se acerca su programación. Además, barajan opciones como las adoptadas en la ciudad de València, que tiene el mismo problema, y donde se han insonorizado casales con ayudas municipales.

La preocupación ante la nueva tesitura a la que se enfrentan ha llevado, tanto a la cúpula de la Federació de Falles como al colectivo festivo en su conjunto, a celebrar diferentes reuniones en las que están analizando las exigencias básicas que se ven obligados a cumplir para evitar los cierres.

Museu faller / Mientras trata de solucionar este conflicto imprevisto, la Federació de Falles sigue trabajando en el Museu Faller, que esperan inaugurar antes de que acabe el presente ejercicio festivo. Han acabado con las obras, la pintura y la electricidad. Las tareas se centran ahora en los elementos expositivos y en llenar de contenido la sala.