Cuando el alumnado del aulario del centro rural agrupado Espadán-Mijares en Fanzara acudió este lunes a clase se encontró con una sorpresa. Y es que un grupo de personas, con la alcaldesa, Ana María Pastor, a la cabeza, habían pintado el fin de semana un reloj solar analemático en el suelo de la plaza exterior del centro.

“La idea surgió de Pedro Pejó Ortells, un vecino jubilado y muy inquieto, que había estado estudiando las características de estos relojes solares”, comenta Pastor.

Después de pasar 40 años en Valencia y casi 30 en Barcelona, Pejó, tras la jubilación, decidió instalarse en el pueblo del que procedía su familia, donde tiene casa y en el que pasaba todos los veranos en su niñez y las vacaciones en la etapa laboral.

A sus 76 años, este especialista en electrónica industrial, que regentó durante años un comercio de componentes electrónicos y que también tiene el carnet de piloto de aviación, continúa siendo curioso y emprendedor. “Me llamó la atención la abundante información que existe en internet sobre los relojes solares analemáticos, un descubrimiento del matemático francés Vaulezard en 1640”, indica Pejó.

Durante horas y horas, se dedicó a estudiar frente a su ordenador concienzudamente toda la documentación que hay en la red y a filtrarla convenientemente para quedarse con lo que verdaderamente era importante. “Con los datos que nos facilitó Pedro Pejó, buscamos el lugar idóneo para pintar el reloj, un sitio donde diera el sol la mayor cantidad de horas durante el día”, puntualiza la alcaldesa. Así fue cómo escogieron la plaza situada entre el centro escolar y el inicio del casco urbano, un lugar con árboles a su alrededor, pero con una superficie ciertamente diáfana.

Con las coordenadas indicadas por el impulsor, un grupo de personas se dedicó a pintar las horas en una elipse, ya que no se trata de un círculo. Después, en el centro, se pintaron los meses, agrupados en los solsticios de invierno y de verano, y en los equinoccios de primavera y otoño.

“Nuestra idea es poner una señalización más permanente, ya que la pintura tenderá a desaparecer”, avanza la primera edil.

“El reloj analemático es muy participativo, pues es la sombra de una persona la que, al proyectarse sobre el suelo en el espacio dibujado sobre él, nos informa de la hora solar exacta”, explica el propio Pedro Pejó.