La venerada imagen del Santísim Crist del Calvari de Figueroles volvió ayer a recorrer las calles del municipio acompañada por cientos de vecinos que rememoraron una tradición que ya cumple, según la historia local, 382 años.

Nadie quiso faltar a la cita religiosa que tiene lugar cada lunes de Pentecostés y que reúne a los residentes de Figueroles y a los que se han ido a vivir a otro lugar y regresan para la efeméride.

La de ayer fue una jornada marcada por la fe y la devoción hacia el Crucificado, que comenzó de buena mañana con un volteo general de campanas y que anunció la solemnidad del día.

A media mañana tuvo lugar la misa en la iglesia parroquial presidida por el párroco de Figueroles, mosén Héctor Samuel Calvo, y en la que concelebraron algunos sacerdotes vinculados al arciprestazgo. También participó la corporación municipal, encabezada por su alcalde, Luis Gregori. Por la noche tuvo lugar la multitudinaria procesión para trasladar al Cristo desde la parroquia hasta la ermita del Calvario.

El silencio de los fieles solo se entrecortaba con el volteo de las cuatro campanas y las notas de la banda de música. Ante la imagen del Cristo procesionaron los niños que el día anterior habían recibido la primera comunión, así como otros llegados de los municipios cercanos a Figueroles. Ya en el ermitorio, se cantaron los tradicionales gozos y se disparó un castillo de fuegos artificiales.

Un año más, la localidad de Figueroles mostró su devoción al Cristo que, según una leyenda, apareció en la casa en la que se hospedó uno de los tres peregrinos que llegaron, probablemente en el siglo XVII, al municipio para predicar el Evangelio. H