Los benicarlandos David Curto y Marc Sastre llevan poco más de un mes de universidad y vivieron el domingo su primera experiencia negativa en la polémica línea ferroviaria entre Tortosa y València. Con 18 y 17 años, respectivamente, sufrieron en sus carnes una situación que ya se arrastra desde hace demasiado tiempo.

«Fuimos apretados como sardinas. En un trayecto tan frecuentado por estudiantes no es normal que en final de puente solo viniera un convoy, cuando lo habitual es que sean dos. Cada vez que se abría la puerta para entrar o salir gente nos veíamos con problemas», explicó Curto. Por su parte, Sastre, hijo de Mercedes Urquizu, que dio la alarma vía redes sociales de esta situación, se mostró «estafado» porque indicó que pagaron un billete y no se merecen «este trato». «Si se controlara el aforo del tren no pasaría esto, aunque un domingo normal también tenemos dificultades para encontrar sitio. No puedo entender cómo gente mayor, madres con sus hijos pequeños y estudiantes se quedaron en las puertas del tren por malas gestiones como estas», indicó.

Andrea Morales cogió el tren en Vinaròs. «Mi grupo de amigas no llegamos ni al pasillo. Lo del domingo fue exagerado, pero es habitual tener que hacer el trayecto a la capital del Túria sentada en el pasillo», aseguraba. Con todo, relataba: «Mi madre, hace ya 33 años, sufría los mismos problemas que nosotros». Un claro ejemplo de lo enquistado que está este grave problema.

Sandra Vidal añadió: «A ello hay que añadir que pagamos un billete de Regional y nos traen un Cercanías, que debería ser más barato». «Y al llegar al destino no pudimos reclamar al estar cerrado atención al cliente», dijo.