La gira de 40º aniversario de Bad Religion, programada para el 2020, ha causado tal revuelo que el ritmo de venta de entradas de sus siete conciertos españoles hace prever que se agotarán en unas semanas. El regreso del veterano grupo de hardcore californiano también ha hecho recordar a muchos fans aquel accidentado concierto en el Doctor Music Festival inmortalizado por las cámaras del programa ‘Sputnik’ del Canal 33.

Aquel 14 de julio de 1996 un chaval subió al escenario para soltarle a su cantante, Greg Graffin, los tres peores insultos que se puedan lanzar a un punk: "Gordo", "calvo" y "vendido". ¿Qué fue de aquel osado trol? Aaron Romera era un castellonense de 16 años que hoy reside en México, donde se gana la vida como guionista de teleseries. Más de dos décadas después, ha accedido a recordar aquella legendaria anécdota, todo un hito generacional para miles de 'punkis' españoles que aún discuten si fue un héroe, un gracioso o un cretino.

¿Qué te animó a ir al festival?

Aquel verano estaba en un campo de trabajo en Roncesvalles, pero me quemaban por dentro las ganas de ir al festival precisamente por Bad Religion, de quienes era muy fan. Convencí a otro compañero del campo de trabajo para largarnos a la francesa y emprender el viaje a Escalarre subiendo y bajando de los trenes más baratos sin pagar, pues apenas tenía dinero justo para el abono.

¿Dónde dormiste? ¿Qué comías, qué bebías y... qué fumabas?

Llegué y perdí a mi amigo, del que no volví a saber nada, y sin ni siquiera tienda de campaña ni dinero para comer, dejé que la providencia me asistiera. Dormí en tiendas de desconocidos y desconocidas, comí comida vegetariana que compartían conmigo e incluso llegué a agenciarme por la cara algún paquete de galletas y algún bric de leche. De alcohol, solo bebía claras. Y fumaba solo cigarrillos.

¿Qué te atraía de Bad Religion?

Estudié en un colegio salesiano y cualquier muestra de arte anticlerical era de mi agrado. De ellos me gustaba todo, tenía todos sus discos en vinilo, copiados en casete para poder patinar con el 'walkman'. Nunca los había visto en vivo y por eso estaba tan emocionado. Creo que esperaba demasiado de ellos.

¿Ibas con intención de abuchearles?

Jamás habría pensando en subir y mentarles la madre como dicen en México. No había tomado ningún estupefaciente. En el bolsillo del pantalón llevaba una botella de agua que les lancé cuando el concierto me empezó a desilusionar. Fue tras lanzar el agua, que casi golpea en la cara de Greg, cuando este, en plan gallito, me invitó a subir al escenario. Debo apuntar que el ambiente entre los seguidores de la banda estaba dividido. Los más puristas pensábamos que había sido un error abandonar su discográfica de toda la vida, Epitaph, y firmar por Atlantic. Para mí, la sensación era una mezcla entre amor y traición.

No se te vio cohibido ahí arriba. ¿Qué te pasaba por la cabeza?

Subí con intención de agarrar el micro y cantar una de mis canciones preferidas de la banda, ‘Sanity’, para prender la llama del concierto, pero al ver la inmensa marea de gente no pude evitar que afloraran mis auténticos sentimientos. Provengo de una familia violenta y de un pueblo, Almassora, con fama de ser un nido de delincuentes y traficantes de heroína. Visto con los años, insultar era mi día a día. Y pensaba que por ser una banda de punk mis insultos iban a caer en saco roto e incluso iban a generar ambiente. Sigo pensando que se les vio el plumero. Al final parecieron unos pijos de Los Ángeles jugando a ser punkis.

¿Qué pensaste al ver el concierto emitido en el programa ‘Sputnik’?

No le di importancia, porque para ese momento Bad Religion ya me parecían unos tontos y me lo confirmaron cuando vi que decían frente a la cámara que yo había "perdido mi minuto de fama". ¿Acaso se creían Andy Warhol? Mis padres no sabían que había ido al festival y mucho menos que había tenido ese percance. Alucinaron y se avergonzaron de mí, sobre todo mi madre.

¿Cómo percibiste que aquella escena se estaba haciendo ‘viral’?

Desde el momento en el que me bajé del escenario algunas personas quisieron que volviera a subir para armar bulla. Luego, saliendo por Benicàssim, la gente me paraba por la calle o en la playa para felicitarme o amenazarme. Una noche la policía tuvo que intervenir cuando unos borrachos quisieron zurrarme porque había "matado a su ídolo". No supe que me había convertido en un antihéroe de pueblo castellonense hasta que años después uno de mis hermanos me lo dijo.

¿Cómo ves todo aquello tanto tiempo después?

Pobre Greg, la verdad. A nadie le gusta que le recuerden sus fracasos. ¿Con qué derecho hice lo que hice? Con el anarco-derecho de la juventud, el mismo que ahora ha calado en la sociedad, sobre todo en las mujeres, y del que estoy muy orgulloso. ¿Volvería a hacerlo? Sí, y en inglés para que hiciera más ruido, y ensayaría frente al espejo para que no me traicionaran los nervios. Es broma.

¿Qué opinas hoy sobre el aspecto físico que debe tener un punk para subir a un escenario o sobre el derecho a hacer música a los 31 años?

Que Evaristo, el de La Polla Records, esté realizando una gira como en los años 90 hicieron los Sex Pistols es superior a cualquier opinión que yo pueda tener sobre el tema. Solo les aconsejo que vayan con cuidado con los meniscos porque con la edad se descolocan al bailar y eso puede ser fatal.

¿Alguna vez has tenido que tomar una decisión profesional que te haya hecho sentirte ‘vendido’ o que te haya hecho recordar esa escena en la que insultabas a Bad Religion por fichar por una multinacional?

Claro, lo he pensado muchas veces. Tuve oportunidades que rechacé desde el momento en que aterricé en el Centro de Capacitación Cinematográfica, hace más de 15 años. Siempre he sentido que ciertos grupos de élite artística y comercial me han querido captar y no me he dejado. Ahora que tengo una hija y el dinero no sobra me arrepiento de haberme cerrado a esas oportunidades y no haber sabido jugar mejor mis cartas. Sin embargo, falta ver si me hubiera integrado bien a este sistema retrógrado, conservador y esclavista que lo impregna casi todo hoy en día.

¿Irías a ver a Bad Religion en esta gira de 40º aniversario?

Iría para darle una abrazo a Greg y pedirle unas disculpas sinceras, aunque quizás con la intención oculta de que me invitase a su casa de Los Ángeles a echarme unas margaritas en su piscina.

¿Qué le dirías a Greg Graffin?

Que hiciéramos un vídeo público juntos demostrando que el punk no ha muerto. De hecho, hace tres años un publicista barcelonés que trabajaba para una multinacional estadounidense me propuso filmar un espot para promocionar la nueva [y finalmente suspendida] edición del Doctor Music Festival. Greg se negó arguyendo que ya no estaba para hostias. Debe estar cansado.

Mucha gente que vio aquella escena en 1996 se lo preguntó entonces: ¿Te pegaron detrás del escenario?

Un guardia jurado del festival o de la banda me dio un cate en la cabeza que todavía me duele. Hoy en día lo podría demandar.

Mucha gente que vio aquella escena se lo pregunta hoy: ¿ahora tú eres gordo y calvo?

Ni una cosa ni otra. Canoso sí estoy un poco.