Todas las efemérides son importantes para quienes las celebran, pero el 25º aniversario de la fundación de la falla les Llimeres ha adquirido una connotación muy especial, porque ha supuesto el revulsivo que les hacía falta a sus integrantes para recuperar una ilusión que creían perdida.

La que posiblemente sea la comisión más pequeña de la Vall d’Uixó celebró ayer la exaltación de sus falleras mayores, después de que el año pasado no organizaran este acto, en lo que parecía el anuncio de la desaparición de la entidad. Pero como reconocen desde la junta, en el momento adecuado se sumó una nueva familia que ha dado un vuelco a su trayectoria, la de las dos falleras mayores. Porque ayer, Carla Salvador y su hija Daniella Alcázar fueron las auténticas responsables de la euforia y la ilusión que se apropió de les Llimeres.

TRAYECTORIA / Así lo puso de manifiesto la forma tan especial en la que escenificaron lo que se consideraría la figura del mantenedor. Con el escenario en penumbra y un foco iluminando el escudo, una voz en off que representaba a la falla repasó la trayectoria de lo que siempre ha sido un grupo de amigos. Recordaron a quienes permanecen desde el principio, a los que han ido sumándose y los que ya no están, por diferentes circunstancias.

Los primeros en subir al escenario, a continuación, fueron el presidente infantil, Gerard Villaescusa Molina, y la fallera infantil, Daniella, quien se encargó de imponer la banda y el pin de la agrupación a la única integrante de su corte de honor. Acto seguido, la presidenta, Mª José del Pozo Hurtado, y Carla Salvador hicieron lo propio con las cuatro jóvenes de la corte mayor.

Entre otros detalles relevantes del acto cabría destacar que los trajes que lucieron las dos falleras mayores fueron confeccionados por la madre y abuela de ambas, que realizó un curso de costura de vestimenta regional en Llíria y aplicó lo aprendido.