Los actos taurinos se libraron de la suspensión, la feria arrojó un buen balance a pesar de la meteorología y parecía que las fiestas patronales de Sant Vicent Ferrer de la Vall d’Uixó ganaban la partida a la lluvia, pero finalmente ayer no pudo ser y la que estaba prevista como una caldereta de bou multitudinaria se convirtió en una cena para llevar.

Los chaparrones repentinos y esporádicos del fin de semana se convirtieron en un regreso inesperado al invierno, con una persistente precipitación que obligó a la comisión de fiestas a reinventar el que es uno de los eventos populares más esperados.

Sin embargo, el chef Correa no faltó a la arraigada cita. A la hora prevista, aunque bajo una pequeña carpa montada para la ocasión, preparó su receta para unas 2.000 personas, que tuvieron que acercarse hasta la plaza de Sant Vicent, aunque no para quedarse, sino para recoger la ración y disfrutarla en casa.

SIN opciones / No es lo primera vez que llueve en una jornada tan señalada, pero en ocasiones anteriores, como sucedió el año pasado, los organizadores contaban con una alternativa, un local propiedad de una entidad bancaria. Ahora está ocupado por un comercio y la comisión se ha quedado sin opciones para acudir en estas circunstancias.

Juanma Picazo, coordinador de la organización de los espectáculos de las fiestas, junto al resto de miembros de la agrupación, mantenía la esperanza de que más pronto que tarde la borrasca escamparía («en un par de horas, entre todos, montamos las mesas y las sillas y lo dejamos todo listo», decía). Sin embargo, el entusiasmo, en estos casos, no es suficiente y tuvo que rendirse a la evidencia. La ilusión que les queda es que el tiempo para el empedrao del viernes sea mejor.