El volteo general de campanas anunció a primera hora de la mañana de ayer que el día grande de las fiestas de Santa Quitèria había llegado. Unos sonidos a los que acompañaron los de las carcasas que tradicionalmente se lanzan para anunciar a los cuatro vientos que los festejos de Almassora celebran la jornada dedicada a la patrona de la ciudad.

El párroco de la iglesia de Nuestra Señora de la Natividad, Juan Ángel Tapiador, fue el encargado de oficiar la misa solemne en honor a Santa Quitèria, cuya talla lucía en el altar mayor desde su traslado de la ermita junto al Millars al templo local, en la tarde del lunes. En los primeros bancos se sentaron las autoridades, así como la reina del 2018, María Portalés, y las damas de su corte: Carmen Claverías, Arantxa Escuder, Carla Fuster, Sandra García, María Gómez y María Moya.

A la salida del oficio religioso, la comitiva se desplazó hasta la calle Enrique Limo Escultor para ver, escuchar y sentir la mascletà disparada por la pirotecnia Baldayo. Posteriormente, visitaron la residencia municipal de la tercera edad, donde los mayores recibieron su ración de arroz de caldera, como ya es tradición.

Y por la tarde, la multitudinaria procesión puso punto final a los actos religiosos de la jornada grande de las celebraciones patronales de mayo en Almassora. La imagen de Santa Quitèria recorrió, a hombros de sus portadores, las principales calles del casco antiguo de la localidad.

Como de costumbre, el desfile estuvo presidido por la alcaldesa, Merche Galí, una amplia representación de la corporación municipal, la reina y festeras y el párroco de la Natividad. Además, tampoco faltó la tradicional presencia de la Junta de Damas de Santa Quitèria, que precedieron la peana con la imagen.

El disparo de una traca y fuegos de artificio acompañó la entrada de la patrona al templo, bajo una lluvia de pétalos de flores y el canto de los gozos.