La cancelación del FIB este verano será «un azote importante para la economía de empresarios de Benicàssim, pero debe primar la seguridad y la salud de las personas». Así se manifestó ayer la alcaldesa, Susana Marqués, a la hora de valorar lo que supone para el municipio la suspensión de su festival más veterano.

El certamen, que en los últimos años suele celebrarse en julio y tenía prevista su próxima edición del 16 al 19, tiene «un gran impacto en la localidad, por la cantidad de personas que llegan; y una repercusión económica, tanto directa como indirecta», indicó Marqués. «Pero las condiciones y protocolos de Sanidad actuales y el estado en el que nos encontramos por la pandemia hace inviable que hoy por hoy se pueda celebrar el macroevento manteniendo las distancias entre personas y control de aforos que pide la normativa siempre primando la seguridad y la salud».

La munícipe incidió en la importancia de hacer un «ejercicio de consideración, prevención y precaución». «Así protegemos a los demás, pero también a nosotros mismos», señaló Marqués.

A lo que añadió que la internacionalidad del FIB también hace que sea inviable, ya que gran parte de las bandas y de su público son de fuera de España. «Y la pandemia es global, no solo afecta a España, es internacional».

Por lógica, «es de cajón que vayan cancelándose poco a poco todos los festivales. Creemos que es algo que se irá produciendo en cascada». El primero en anunciar su suspensión fue el Sansan, en su caso la organización decidió aplazarlo a octubre. «Ya veremos conforme avanza la desescalada si podrá celebrarse», concluyó.