Desde primera hora de la mañana de ayer, la Vilavella olía y sonaba a fiesta, una de las más arraigadas y con más participación, a pesar de concentrarse en una única jornada, aunque los Clavaris de Sant Antoni y la Associació de Cavallistes de la localidad volvieron a encargarse de que fuera tan intensa como especial.

Este año, la celebración en honor al patrón de los animales empezó en la casa de la clavariesa, Marta Pedro, que ofreció pastas y vino dulce a los asistentes, quienes después se trasladaron hasta la conocida como Pinà de la Bassa de Mona para almorzar, antes de recoger leña y cargar el pino para alimentar las hogueras en el pasacalle realizado por la tarde.

No faltaron, una edición más, los animales más habituales: perros, gatos y caballos, y alguno que llamó todavía más la atención, como cabras o algún reptil.

Los vecinos se volcaron en un acontecimiento social que se alargó hasta bien entrada la noche, concentrados de manera especial cerca del fuego, para combatir las bajas temperaturas registradas durante todo el día.