Las obras del principal acceso a Peñíscola, la carretera CV-141, que ejecuta desde el pasado mes de octubre la Conselleria de Obras Públicas, vuelven a ser objeto de controversia. Muchos vecinos de la zona no quieren la colocación de barreras físicas para evitar los giros a la izquierda, e incluso en algunas partes se aprecian daños en los bordillos instalados. Por este motivo, el director general de Carreteras en funciones de la Generalitat, Carlos Domingo, acudió ayer a ver los trabajos in situ.

Las primeras críticas empezaron a arreciar hace un mes, por la colocación de un bordillo de más de un kilómetro de longitud, a modo de muro entre los dos carriles actuales, uno por sentido. Después de las muestras de disconformidad, el Ayuntamiento consiguió parar la mediana y arrancaron el compromiso de replantear el proyecto. El argumento aducido fue que los vehículos de emergencia tendrían dificultades para pasar por el vial, al no poder usar el otro carril .

TRAMOS / Finalmente, acordaron mantener barreras a la altura de los accesos de las principales urbanizaciones, para asegurarse de que no haya maniobras de riesgo, y que en los últimos años han generado una alta tasa de siniestralidad. Pero hay gente que sigue protestando, ya que los residentes deberán esperar a tomar una rotonda para entrar o salir de sus casas, con el consiguiente consumo de combustible y tiempo. Hay quienes sí valoran las mejoras en seguridad vial, pero son minoría en las redes sociales. La actuación debe acabar antes de julio.