En las horas punta, tanto de la mañana como de la tarde, avanzar a buen ritmo por las calles de Mascarell se hacía casi imposible. Uno debía armarse ayer de paciencia y dejarse llevar por un ambiente lúdico y festivo, embebido de esa curiosidad que nos lleva a querer vivir épocas pasadas sin movernos del presente.

Y así se mimetizó esta localidad amurallada con lo que pudo ser siglos atrás, en la Edad Media, cuando su origen estuvo vinculado con el tránsito de una cultura árabe a otra cristiana de la mano del rey Jaume I. De eso quisieron hablar caballeros y mercenarios, artesanos y bufones, todos personajes arropados por una ambientación que, como en cada una de las trece ediciones anteriores de este evento, hizo de la Feria Medieval el mejor reclamo posible para situar en el mapa la singularidad del pueblo de Mascarell.

La inquietud de los responsables de la organización de buena mañana, era saber si la afluencia de público sería la habitual «y que la gente disfrute, que se lo pase bien», como destacó el concejal Guillermo Latorre.

A pesar del adelanto invernal en las horas de ausencia de sol, los visitantes no pudieron resistirse a los atractivos de una cita que se caracteriza por contar con el mejor escenario posible, el que brindan las murallas y el diseño de este pueblo que desarrolla su vida íntegramente intramuros.

IDENTIDAD EN EXPOSICIÓN / La feria en sí es un reclamo indiscutible que ha demostrado su eficiencia a la hora de promocionar el interés turístico y patrimonial de Mascarell, y el primer acto de la jornada --como sucederá hoy a las 10.00 horas--, fue buena muestra de ello: una visita teatralizada con la que, además de ofrecer detalles muy concretos de los orígenes de la población a los visitantes, se quiso conmemorar el Día Mundial del Patrimonio.

La parte más lúdica de la feria fue la aliada perfecta del relato histórico que se ofreció ayer durante toda la jornada y permanecerá como hilo conductor en la de hoy, hasta las 21.30 horas, cuando está previsto celebrar el acto de clausura con un desfile encabezado por el rey Jaume I, al que seguirá el disparo de un castillo piromusical que los organizadores anunciaron como un «final apoteósico» para este año.