Las bodas civiles ya triplican a las religiosas en la Vall d’Uixó. Una tendencia que va en aumento. La distancia entre unas ceremonias y otras, de hecho --a falta de conocer el dato del 2019--, remitiéndose a las que se produjeron en los dos años anteriores, más del 75% de las personas que deciden unirse en matrimonio en la ciudad ya no pasan por la vicaría.

Es un hecho significativo en una localidad con tantas parroquias y festejos con advocaciones religiosas. Pero es que al final, a la hora de formalizar una relación, la amplia mayoría opta por comprometerse a cumplir con el Código Civil antes que con un Sacramento, siguiendo así la tónica general de la provincia, en la que en el 2019 --como recogió Mediterráneo en el mes de marzo--, las bodas por la Iglesia solo representan ya el 16% del total.

En el caso de la Vall, los números son significativos. En el 2017, 83 bodas civiles frente a las 21 religiosas; en el 2018, 69 frente a 22. Baja el número de ceremonias aconfesionales, pero porque se ha reducido el cómputo global de enlaces durante todo el año.

Y todo, aunque casarse por lo civil en esta ciudad no salga gratis. Existe una ordenanza que regula estas cuestiones, que establece un coste que oscila entre 140 (salón de plenos) y 386 euros (Coves de Sant Josep), dependiendo del espacio municipal elegido. Si un concejal debe trasladarse a algún otro lugar --por regla general, restaurantes--, los novios deberán pagar casi 70 euros.

La elección mayoritaria de los cónyuges es conformarse con una boda en los juzgados --a pesar de sus precarias instalaciones--, a tenor de los datos: 7 de las bodas del 2018 fueron en dependencias municipales y 5 en otras ubicaciones, todas oficiadas por ediles. La que más ha casado, la alcaldesa, Tania Baños (5).