Ultimátum a los absentistas. El Ayuntamiento de Burriana ha remitido una carta a una veintena de venderores del Mercat de la Mar para que presenten las alegaciones que estimen oportunas por su ausencia no justificada en, al menos, ocho fines de semana consecutivos del primer trimestre del año. El plazo para recurrir es de 10 días y el consistorio, en principio, solo aceptará como excusa justificada para no haber acudido «enfermendad grave».

Los comerciantes que no consigan argumentar con un parte médico alguna de estas faltas perderán automáticamente el derecho que en su día se les adjudicó en la baremación que realizó el consistorio en el 2016. Así es como en el plazo aproximado de un par de semanas, apuntó la edila de Comercio burrianense, María Romero, esperan «que algunos de los empresarios que permanecen en lista de espera entren a ocupar las paradas que habrán quedado vacantes». Hay más de 70 vendedores ambulantes que presentaron la solicitud en el plazo correspondiente, pero que no lograron los puntos suficientes para resultar adjudicatarios de un puesto en la instalación.

Pero la lucha contra los espacios vacíos va más allá. Y la concejala responsable de esta prestación dominical también tiene programado realizar una modificación de la ordenanza para reducir el número de faltas consecutivas no justificadas. El objetivo final es el de «conseguir que este mercadillo tenga vida».

Precisamente por este motivo, una de las primeras cosas que hizo al acceder al cargo fue «la de mantener una reunión con los comerciantes para oír qué propuestas de mejora tenían y algunas de ellas ya se han llevado a cabo». Se trata, entre otras cuestiones, de alguna reubicación de profesionales de la restauración, cartelería de entrada, salida y emergencias y de aparcamiento o una zona para dejar las bicicletas.

Aun con todo, la edila se muestra confiada en que «con la llegada del buen tiempo y un poco más de paciencia, porque el mercado es nuevo», esperan «que la asistencia vaya en aumento».

NUEVOS CÁNONES

Con la municipalización del servicio, este debe regirse por unos cánones distintos a los de una empresa privada y eso ha chocado en este arranque con la mentalidad de algunos comerciantes, como por ejemplo, no permitir que una plaza sea ocupada por un vendedor a quien no le fue adjudicada, aunque este no pueda acudir. La idea de Romero es que «entre todos funcione el Mercat de la Mar» tal y como lo hacía antes del cierre de las instalaciones.