Burriana escenificó ayer su fe y devoción por su patrona, la Mare de Déu de la Misericòrdia. La actividad festiva tuvo un carácter más sosegado y pausado que el de los días precedentes y sirvió también para recuperar fuerzas cara a la recta final de los festejos.

Las reinas falleras, Laura Conde y Marina Monferrer, mayor e infantil respectivamente, y una representación de la corporación municipal, con la alcaldesa, Maria Josep Safont, a la cabeza, asistieron a la misa mayor en la Basílica de El Salvador. También fue un día importante para las Damas de la Misericòrdia, que participaron activamente en la celebración eucarística. Son las encargadas de cuidar y preparar los actos religiosos dedicados a la patrona, como la presentación de los niños --el pasado sábado-- o la vigilia de oración de la noche anterior a la festividad, pero también de los preparativos de la procesión vespertina de ayer.

Tampoco faltó en la abarrotada iglesia la bandera de Burriana, guardada durante todo en el año en la vitrina del despacho de la alcaldía y que sale del consistorio en las ocasiones destacadas y con motivo de las festividades de los patrones, como lo era ayer.

A las 19.00 horas, se celebró otra misa y a la conclusión de la misma comenzó el desfile procesional, con solemnidad y muy participativo. No faltaron las peñas y de las comisiones falleras del municipio con las jóvenes ataviadas con el traje regional.

Tras ellas, fueron los devotos y las feligresas de la Misericòrdia, que marcharon delante de la imagen de la virgen, a hombros de los miembros de la Asociación de Portadores de los Santos Patronos de Burriana. A lo largo del trayecto de cerca de dos horas de duración, se tiraron pétalos de rosa al paso de la imagen. La Salve de la Coronación fue el canto de despedida y uno de los instantes más intensos y emotivos. H