Miles de personas culminaron ayer por todo lo alto una de las celebraciones más multitudinarias del calendario festivo de Nules: Sant Vicent. Con una meteorología que quiso sumarse al popular pasacalle, las peñas, los carros, las caballerías, la música de charanga y el confeti inundaron, literalmente, gran parte de la localidad y renovaron la convicción de que este acontecimiento merece la declaración de fiesta de interés turístico que recibió hace varios años por su arraigo y participación.

Fue la jornada más intensa de un largo fin de semana para la quinta del 93, la responsable de la organización. Se trata de 58 hombres y mujeres nacidos en 1974 que, junto a parejas y menores, llega a triplicar esa cifra.

Cuando el día prácticamente no había amanecido, comenzaron con los preparativos. Y es que no es fácil coordinar a miles de peñistas y sus respectivos carros logrando que salgan de la plaza Mayor de manera gradual y que no se produzcan cortes ni parones que ralenticen una particular procesión ya de por sí extensa, dado que suele prolongarse unas cinco horas. Para aligerar la marcha, los quintos repartieron, como es habitual, rollos y mistela en varios puntos de avituallamiento de todo el itinerario.

En la calle Sant Vicent, la hoguera esperaba a las entidades y quintas convenientemente alimentada por los encargados de apilar la leña que durante meses ha permanecido almacenada para secarse y convertirse así en el combustible ideal de la cita.

En ese lugar se reprodujeron todo tipo de escenas, desde los caballos disciplinados que daban vueltas bajo el fuego tirando de un carro cargado de vecinos más o menos asustados y más que menos motivados, hasta las caballerías que plantaban cara y obligaban a interrumpir el objetivo de completar dos giros completos.

Lo que no faltó en ninguno de los casos fueron los vítores a Sant Vicent, siempre secundados por un público que se aglomeraba en las inmediaciones, abriéndose o cerrándose al paso de los animales y los carros, como si no existiera un riesgo intrínseco en aunar llamas y caballerías.

LOS PREPARATIVOS

Aun así, no se recuerdan incidentes importantes en mucho tiempo, porque aunque todo parece dejado al azar, está medido para que la fiesta se recuerde por lo mucho que disfrutaron los participantes, y así es desde hace décadas.

Al finalizar el pasacalle, se cumplió con otro protocolo indispensable: los quintos del 93 entregaron el guion del santo a los del 94, que a partir de entonces asumían un relevo que inició, como quisieron recordar este año, la quinta del 61. Todavía ayer se comentaba el reconocimiento que recibieron esos hombres nacidos en 1940, que se mostraron muy agradecidos por el gesto.

Por si el día no hubiera sido suficientemente intenso, a los del 93 les esperaba la procesión con la que se cerró un programa de actos que, una edición más, se caracterizó por reunir a varias generaciones de nulenses con un mismo y único objetivo: pasarlo juntos lo mejor posible.