Burriana pierde a una de las dos órdenes de monjas de clausura con las que contaba. Se trata de las integrantes de las religiosas Esclavas del Santísimo y de la Inmaculada, que estaban ubicadas en La Carrera. El pasado viernes llegó el camión de la mudanza y está previsto que mañana dejen ya por completo el convento.

Sin embargo, a lo largo de la pasada semana, alguna de ellas incluso ya se marchó de la residencia del municipio para instalarse en su nuevo destino y la misma suerte correrán el resto, que quedarán repartidas por la geografía española. Castellón, Ferrol, Orense y Salamanca, entre otros puntos, serán las ciudades que las acojan en lo que es un refuerzo para dichos conventos.

El motivo de este movimiento y de dejar vacío el de Burriana es muy claro: «Cada vez hay menos vocaciones y desde todos los conventos se viene pidiendo refuerzos de personal para seguir con nuestro carisma, velar al Santísimo Sacramento». Las 24 horas del día y los 365 días del año, siempre hay una religiosa rezando frente al altar en unos turnos cada vez más difíciles de cumplir en su integridad porque «las monjas que están enfermas ya no pueden levantarse para ir a rezar».

Por ley de vida, añaden, «las mayores se van muriendo y vocaciones no suelen entrar con jóvenes. Ante la situación de que no tenemos personal, nos vamos para ayudar a otros conventos, pero de ninguna manera es que no queramos estar en Burriana».

Al contrario, se van con pena de la ciudad en la que han vivido 23 años, un tiempo en el que se han sentido muy queridas por los vecinos del municipio. Una realidad que les hace dejar el lugar con mucha pena porque saben que «Burriana les siente».

Por todo ello, concluyen las religiosas, «queremos que quede para siempre el agradecimiento que le tenemos al pueblo por todo lo que nos ha dado y la mejor prueba de ello es que sentimos muchísimo la marcha».