Insostenible. Así califican la situación que padecen los collidors de localidades de la Plana Baixa por la nueva explosión de mosquitos que ha obligado los últimos días a detener la recogida de la campaña de naranjas en los campos con más afección.

Relacionadas

En Burriana, ayer pararon la recolección citrícola. Nada más comenzar la jornada, divisaron la presencia de grandes focos de estos insectos, por lo que diversas cuadrillas desistieron de llevar a cabo sus labores. Un empresario local destacó que «no podían hace nada y, enseguida, aparecieron los síntomas de picaduras en la cara de mis empleados».

La primera consecuencia, según el propietario de campos de naranjas es que «repercute en la gente, la cual no se puede ganar el jornal y, encima, se van a casa con medio centenar de picaduras». También alertó de que «no podemos retrasar la temporada porque, de lo contrario, se juntará con otras variedades, afectando a los agricultores. Lo que vivieron lo calificó de «escandaloso» y clamó que «no se puede coger la fruta con una mano y apartar a los mosquitos con la otra».

Nules

Por su parte, las dos cooperativas más importantes de Nules reconocen que el repunte de la plaga genera «serios problemas». Desde que hace unos 15 días un grupo de Nulexport decidió volver a la nave por la imposibilidad de evitar las picaduras en la finca, este episodio no ha vuelto a repetirse. El pasado jueves, según su presidente, Pascual Pla, en la descarga de los camiones, sobre las 18.00 horas, cuando cae la noche, la cantidad de insectos era impresionante». A pesar de las grandes dificultades, prosiguieron con su plan de trabajo.

Algo parecido relata José Manuel Ripollés, de Cipla. Asegura que las quejas de los collidors son «constantes», pero sin llegar al punto de no ir a trabajar. «Se está acusando mucho en zonas bajas del municipio donde están las parcelas citrícolas», indica.

Moncofa

también padece escenas similares. Los agricultores destacan que desarrollar sus trabajos habituales se ha convertido en «una odisea», ya que están «constantemente» quitándose los molestos insectos de encima. Para intentar evitarlos, recurren a ponerse más capas de ropa de las normales y se impregnan de productos para tratar de alejarlos. Métodos que sirven de muy poco, porque los dípteros suelen aparecer en forma de nubes que concentran a cientos de ellos.

En cualquier época del año, los afectados se habrían ido a sus casas, pero por un lado está la fruta que no puede esperar, al estar en todas las condiciones para ser cogida; y, por otro, los jornaleros tienen que cumplir sus obligaciones para aportar un dinero para sus economías familiares.

Además, en esta población alertan que las incidencias se padecen, además de los terrenos exteriores, también en interior, en los propios almacenes de las cooperativas, donde también sufren picaduras de los mosquitos.

Cierre del cementerio

La problemática es tal, que el consistorio que preside Wenceslao Alós cierra hoy las puertas del cementerio municipal. Una decisión que se toma tras las quejas de vecinos y visitantes, para llevar a cabo un tratamiento especial. Volverá a estar abierto el jueves.