Fácil no va a ser, tampoco rápido, pero la noticia que muchos esperaban se produjo hace pocos días. Sergio Folch, el joven que resultó herido grave tras un aparatoso resbalón de toros y corredores durante el último encierro de la Fira d’Onda, ha salido de la UCI en la que permaneció ingresado entre la vida y la muerte, en una dura prueba que ha superado, como reconoce ahora desde una cama del Hospital la Fe de València.

Queda mucho por delante, porque como explica su madre, su estado físico no se corresponde con su complexión y fortaleza habitual, como buen aficionado al deporte que es. Tantos días en cuidados intensivos han pasado factura a su cuerpo y sus pulmones siguen requiriendo de una aportación extra de oxígeno. Recibe visitas, pero limitadas. Aun así, lo que ya parece totalmente restablecido es su ánimo.

Recuperación

Porque Sergio, consciente de la gran cantidad de personas que han mostrado su preocupación por él, no duda en señalar a Mediterráneo que está «muy agradecido por el apoyo incondicional» que ha sentido de toda la gente. «No sé cómo voy a compensar tanto cariño», dice.

Lo cierto es que, a tenor de las reacciones a su evolución, nadie espera otra cosa que no sea conocer la fecha de su vuelta a casa. Y es que tanto él como su familia saben que ahora lo más importante es su recuperación, que va produciéndose poco a poco. Según concreta el propio Sergio, la prioridad médica en estos momentos es restablecer su capacidad respiratoria. Y para ello está realizando ejercicios cardiopulmonares. Además, también se centra en «fortalecer los cuádriceps, para poder andar», porque ha perdido «masa muscular». Con todo, pese a la debilidad física propia de una convalecencia como la suya, la voluntad para superar pruebas no desfallece.

La vida de Sergio pendió de un hilo durante unos días muy largos, llenos de horas, minutos y segundos interminables para quienes lo han vivido de cerca, en especial sus padres, que el pasado 14 de noviembre pudieron celebrar junto a él y su hijo menor su 20 cumpleaños con una tarta llegada por sorpresa desde Pamplona, de parte de la peña Adarraundi Txokoa, donde cuenta con numerosos amigos, y «el regalo de estar vivo», como el propio Sergio admite junto a los suyos.

Agradecidos al personal médico de la UCI, solo esperan el último parte médico: el del alta.