En la Vall d’Uixó ayer no se hablaba de otra cosa. Les Penyes en Festes volvieron a la normalidad con un programa repleto de propuestas lúdicas que se caracterizaron por la masiva participación, aunque en todas ellas el encierro del lunes que acabó con seis toros y los mansos en el aparcamiento del conservatorio de música acaparó la mayoría de conversaciones, especialmente durante la preparación y en la sobremesa del Concurso Nacional de Paellas, que congregó, una edición más, a la práctica totalidad de peñistas en la explanada de las carpas.

ASISTENCIAS MÉDICAS

La ausencia de incidentes graves ayudó a digerir el susto monumental que, según pudo saber Mediterráneo, se saldó con al menos docena y media de asistencias leves en el centro de salud a personas que se cruzaron con los animales en su huida, como el caso de un motorista que, en la avenida Sudoest, a pocos metros del centro de formación musical, cayó de su vehículo impactado por la escena y tuvo que ser atendido por diversas heridas. Como él, otras personas atónitas y asustadas, que en la mayoría de los casos se lesionaron tratando de ponerse a salvo.

Eso fue lo experimentado por algunos de los asistentes a un entierro en la parroquia de Lourdes, a la misma hora del incidente, cerca del recorrido taurino.

Con el regusto de lo que pudo haber sucedido 24 horas antes, fue día de asimilar con frialdad los hechos y cerciorarse de que no vuelvan a repetirse. Según confirma el presidente de la Federació de Comissions de Festes de la Vall, Federico Castelló, por la mañana, el aparejador contratado por esta entidad para todos los bous per la vila de la localidad, revisó la ratera cuya rotura provocó la escapada de los toros y, una vez reforzada --han soldado el cierre y colocado varias cadenas--, emitió un nuevo certificado de seguridad que entregaron al director del festejo (Policía Local), responsable de autorizar en última instancia la celebración del encierro de José Vicente Machancoses previsto para hoy, a las 8.00 horas.

A parte de lo mencionado, Les Penyes sucumbieron a las ganas de disfrutar de todos y cada uno de los días de la conocida popularmente como semana grande, que dieron una anunciada pausa a la programación taurina, salvo por su versión a escala.

Porque poco antes del mediodía, la plaza del Centro se llenó de familias con la pretensión de participar en el que ya se ha convertido en un clásico, el Chupinazo infantil, tras el que se sumaron a un inofensivo encierro de carretones, en el que los más pequeños no escatimaron esfuerzo ni entusiasmo para imitar a los aficionados que corren delante de seis toros de carne y hueso.

Por la noche, los disfraces, la originalidad y la música de charanga tomaron las calles.