Delia y Jaume, junto a sus hijos Marc y Joan, son cuatro de los nuevos vecinos que han fijado su residencia en Morella. Los dos progenitores vivieron en la capital de Els Ports hasta que, una vez acabaron sus estudios, la vida los llevó a mudarse a Barcelona. Ahora, tras pasar los meses más duros de la pandemia en la ciudad condal, han decidido volver a su pueblo y vivir allí de continuo. «El confinamiento en el piso de Barcelona fue muy duro; cuando pudimos regresar, empezamos a pensar en esta posibilidad y finalmente hemos dado el paso», comenta Delia.

En su caso, los dos padres pueden compaginar sus antiguos trabajos con su vida en Morella. Él trabaja para una empresa informática y puede teletrabajar desde casa, mientras que ella es médica y espera completar los trámites necesarios para trabajar en la zona, una vez acabe su excedencia por maternidad.

Por su parte, Marc y Joan son dos de los nuevos alumnos de la guardería y del colegio de Morella, respectivamente. Para ellos, el cambio también es importante, pero la libertad de correr por las calles del pueblo supera con creces a la vida en la ciudad.