En la era coronavirus, los pequeños acontecimientos, que en otro momento era normales, se vuelven excepcionales. También en la religión. Los templos vuelven, poco a poco, a abrir sus puertas a la feligresía y a impartir sacramentos. La vida sigue, pero con restricciones, atendiendo a la situación de crisis sanitaria.

La parroquia del Carmen del Puerto de Burriana fue escenario este domingo de uno de estos hechos ahora casi inéditos. Vivió un bautizo tras el confinamiento, el primero de la ciudad y, muy probablemente, el que reabrió el ciclo en la provincia, como apuntan fuentes eclesiásticas.

La pequeña Adriana fue la gran protagonista de este evento tan singular. Estuvo acompañada de sus padres, Jesús y Débora, su hermano Dani y un pequeño grupo de familiares. El párroco, Antonio Losas, destacó que «es una inmensa alegría presenciar este momento. Es un ejemplo claro de que la esperanza está más viva que nunca».

Con la desescalada --ayer fue el último día de fase 1-- las sedes parroquiales recuperan la actividad. Vuelven las eucaristías dominicales y diarias, así como otras ceremonias religiosas, como bodas o entierros. Eso sí, guardando las medidas higiénicas y de distancia marcadas por la vicaría general de la diócesis Segorbe-Castellón.

Respecto al bautismo, las normas concretan que la administración del agua bendecida debe hacerse en un recipiente al que no retorne la usada, evitando el contacto con los bautizados. En la unción del óleo, se debe gastar un solo bastoncillo, incinerándolo al terminar.

Ritual novedoso

Los padres y padrinos siguieron el ritual cercanos al altar, pero sentados en sillas de madera para garantizar la separación establecida. Todos vistieron sus mejores galas, pero ataviados con la prenda de la temporada: la mascarilla. Otra novedad fue que el cura dio la comunión protegido por una mampara, para tener el mínimo contacto.

La niña vivió su bautizo ajena por completo a lo extraordinario de la jornada. Todo el rato estuvo durmiendo plácidamente. Respecto al día escogido, porque son muchos los que prefieren posponer las fechas de estos actos, los progenitores señalan que «queríamos que fuera coincidiendo con Pentecostés --fue ayer-- porque es una festividad importante para el cristiano».

Luego brindaron en la terraza de un restaurante porque, aunque con aforo reducido, siempre hay algo que celebrar.