La Mare de Déu de la Soledat no pudo salir en procesión en su día grande, para disgusto de los cientos de feligreses que, hasta última hora, confiaron en que la lluvia iba a aguantar para que la patrona de Nules pudiera desfilar por la Vila, acompañada por la devoción vecinal, como sí sucedió por la mañana en el traslado de la venerada imagen desde su capilla hasta la iglesia.

No pudo ser, porque cuando la ofrenda previa encaraba su recta final, los nubarrones que habían teñido el cielo de gris durante toda la tarde comenzaron a descargar y el municipio dio sus fiestas por concluidas bajo los paraguas. Unas celebraciones que, en opinión de la edila responsable de su organización, Patricia Cascales, a pesar de una conclusión precipitada y fuera de su control, «nos llevan a estar muy satisfechos por cómo han transcurrido».

Cascales incidió en que la obligación de cualquier concejal «es que los actos sean «lo más participativos posibles, y lo hemos conseguido». Ha sido así en las citas que ya de por sí son exitosas, como las taurinas, pero también en las culturales, «que podrían considerarse minoritarias».

DIVERSIDAD / La clave, a su parecer, es que se ha ofrecido «diversidad, que era lo que la gente reclamaba». Gran parte de la responsabilidad de este logro, la edila lo adjudica a la Comissió de Festes, «en la que se ha integrado a personas que han sido el altavoz de colectivos muy distintos y con sensibilidades muy diferentes». Esa discrepancia de criterios ha sido, en su parecer, la clave para acertar en las apuestas del programa «porque todos nos hemos escuchado, hemos respetado las ideas de los otros y hemos alcanzado el consenso», concluyó.