El toque manual de campanas, a cargo del Noble Gremi de Campaners, anunciaba desde primera hora del día la llegada de un día grande en la Vall d’Uixó. Desde lo más alto de uno de los emblemas patrimoniales de la ciudad, el campanario de la iglesia del Santo Ángel, tañeron para llamar a la participación en la inauguración de un triduo religioso que es identitario de las fiestas patronales de la Sagrada Familia y el Santísimo Cristo.

La primera cita es la del día de la Trasladación, en la que la parroquia conmemora la llegada del Santísimo al templo de referencia para cientos de fieles. Esa solemnidad se escenificó con rigor y respeto en dos actos que combinan altas dosis de emoción y devoción por los patronos: la ofrenda y la procesión.

El tiempo adverso resultó una circunstancia más, porque como ya anunció por la mañana el presidente de la comisión, Manuel Debón, atendiendo a las predicciones meteorológicas, aunque lloviera los actos no iban a suspenderse. Se harían íntegramente dentro del templo parroquial, como al final sucedió.

OFRENDA FLORAL / Con la precaución de quien no puede controlar lo que no tiene control, la organización decidió no tentar a la suerte y celebrar desde el inicio la ofrenda en el Ángel. Así, a cubierto, se cumplió con la tradición que llevó a las festeras, autoridades y feligresía en general, hasta los pies del altar, donde depositaron sus flores ante la imagen de la Sagrada Familia.

De buen seguro, más de un devoto solicitaría ayer la intercesión divina para que el tiempo no arruine uno de los actos populares más esperados, la romería a la ermita con la que empieza el día en honor a los patronos. Porque la de hoy es otra de esas jornadas en las que los vecinos sacan a la calle sus sentimientos religiosos.

El triduo tendrá su culminación mañana, con la festividad del Santísimo Cristo. Entre los momentos más esperados, como reconoció la reina de las fiestas, Roser Mondragón, estará la entrada de la imagen del crucificado al ritmo de la saeta interpretada por la banda del CIAC.