Hambre, cansancio, la más dura de las soledades y miedo, mucho miedo, a la muerte... Nada parecido experimentaron las 150 personas que participaron en la ruta inaugural de las sendas que recorren un tramo de la línea XYZ, el que cruzaba las montañas de la Vall d’Uixó entre San Antonio y la Cova, recuperadas recientemente por el Ayuntamiento de la localidad.

En una marcha lúdica un domingo por la mañana, por nuboso que se presentara el día, que así fue, cuesta concebir que ochenta años atrás, hombres y casi niños habrían dado todo por huir de esas mismas trincheras, por alejarse de los búnkeres que se vieron obligados a construir y que ayer se visitaron con lógica curiosidad.

Para nunca olvidar

Porque queremos saber y de eso se trata. El recuerdo de esos hombres es su legado, la memoria que se niegan a callar los restos de una contienda que dejó marcado el país en lo emocional y lo físico, a través de un patrimonio bélico que la Vall ha querido recuperar para que sea visible, para que nunca se olvide lo que sucedió en esas montañas que perfilan el término municipal, cuando un país se alzó en armas contra sí mismo.

Cada construcción militar recuperada por Arqueocas por encargo del Ayuntamiento, habla de todos esos hombres, miles, que durante meses vivieron entre rocas y matojos, reforzando una línea defensiva que se convirtió en la columna vertebral de la resistencia en la batalla de Levante. Meses en los que, como recuerda el arqueólogo José Albelda, sin ser siquiera militares, pasaron mucha hambre, buscaron un consuelo imposible en las cartas que enviaban a los suyos, mientras convivían con los cadáveres de sus compañeros. Meses de mucho calor y mucho frío, trabajando día y noche, construyendo bajo la amenaza de una muerte en manos del enemigo. De eso nos habla una ruta ahora más visible .