El pleno «más importante de la historia» de Borriol, como definió ayer el alcalde, Hèctor Ramos, no dio lugar a la sorpresa. Compromís, con seis ediles, solo necesitaba un voto a favor o una abstención para sacar adelante su plan de saneamiento, pero todos los grupos de la oposición --PP, Veïns de Borriol (VdB), PSPV y Ciudadanos-- se posicionaron en contra de su programa de ajuste económico, que, entre otras medidas, contemplaba la subida del IBI y la tasa de basuras con el objetivo de solucionar «la situación de quiebra» del Ayuntamiento y, así, evitar que las cuentas sean intervenidas por Hacienda.

El primer edil, que defendió que este plan era la «herramienta recomendada por los técnicos», reivindicó que el aumento de impuestos solo sería de 60 euros al año por casa: «Quiero pensar que no son conscientes de lo que han votado. No hay otro remedio que tomar esta decisión impopular».

El argumento más utilizado por la oposición fue que el plan no incluía la reducción de gastos. «No podemos pedir a los contribuyentes que se aprieten el cinturón y nosotros seguir igual», exigió la portavoz local del PP, Chelo Vilarrocha. «Los vecinos no deben pagar las consecuencias de la mala gestión de un gobierno que gastó por encima de sus posibilidades», dijo Sergio Martínez, de VdB. «Es un plan de ajuste basado solo en la subida de impuestos», denunció el socialista Toni Gálvez. «Primero se reducen los gastos y luego se aumentan las tasas», esgrimió Javier Ramos, de Cs.

Antes de la votación, el concejal de Hacienda, Rubén Llorens, ya advirtió en el pleno de que el ministerio será más «drástico». «Si acabamos intervenidos, habrá una subida masiva de los impuestos mucho mayor a la del plan y un recorte radical en los servicios que no son esenciales para el funcionamiento del pueblo».