La diócesis de Segorbe-Castelló delega en el párroco de la basílica de El Salvador de Burriana, Pedro Cid, la decisión de iniciar conversaciones con el Ayuntamiento para que el campanario vuelva a ser de titularidad municipal. Según explican, «el obispado no tiene competencia en este tema, ya que la titularidad es de la parroquia». De esta manera, tendrá que ser el cura quien gestione la propuesta lanzada por el equipo de gobierno. Este periódico intentó sin éxito contactar ayer con Pedro Cid. Fue en el pleno del jueves cuando se decidió dejar sobre la mesa una moción presentada por Vox con motivo de la efeméride del 75º aniversario de la reconstrucción del campanario. Tras una reunión de los portavoces, se decidió trasladar la propuesta al próximo pleno para añadir el inicio de los trámites de cambio de titularidad, como reclama el ejecutivo local.

El edil de Cultura y Patrimonio, Vicent Granel, explicó: «Lo que queremos es que el uso siga igual que hasta ahora, compartido entre Iglesia y Ayuntamiento, pero que sea de propiedad municipal». Y es que, puntualizó el edil, el consistorio «ya corre con los gastos de mantenimiento del reloj y de la iluminación interior». Granel reiteró que la intención no es en ningún caso «apropiarse» del campanario, sino restablecer la titularidad a través de un consenso con la Iglesia.

El concejal apunta que el Templat --como se le conoce a la torre-- «ha sido un emblema representativo de la ciudad y, por eso, debe ser municipal», señala. Además, recuerda que la última reconstrucción se llevó a cabo con las aportaciones de los vecinos.

El campanario de Burriana, construido a partir del 1363, fue erigido como torre cuya función no era solamente defensiva sino también de comunicaciones y reloj público. En sus inicios, y debido a la dualidad de su uso, se encontraba exenta de la Iglesia.

Reconstrucción // En el último cuarto del siglo XVII, sufrió graves daños, además de que la madrugada de 1938 fue marcada por tres explosiones. Los trabajos de reconstrucción se iniciaron en el año 1942, se prolongaron hasta 1945 y destacan por su fidelidad estética y el aumento de la altura en 10 metros, con la intención de que fuese el más alto de la Comunitat Valenciana, incluyendo la torre del Miguelete, de la capital del Turia.