Peñíscola celebró ayer uno de los actos más característicos de sus fiestas patronales, el tradicional reparto de pastissets y moscatel a los turistas en el paseo marítimo. Junto a la oficina de turismo, la reina y las damas fueron las encargadas de entregar este dulce, obsequio a uno de los colectivos más representativos de la localidad. Como es habitual, se repitieron las escenas de largas colas para poder disfrutar del típico dulce. Tere, una mujer procedente de Teruel, fue la primera de la cola. “He estado esperando casi media hora”, explicaba. Tras ella, la fila de personas alcanzaba el centenar de metros. Los atuendos daban a entender a las claras que la mayoría se encuentra disfrutando de unos días de vacaciones en Peñíscola: pantalones cortos, biquinis, chanclas y pareos, complementados con gorros de todos los colores y gafas de sol, eran su uniforme. En poco más de media hora se consumieron los 1.500 pastissets elaborados.

En este acto estuvo presente el concejal de Turismo, Rafael Suescun, quien destacó la importancia de este sector en la economía local. “Mientras otros destinos ya hace días que han dejado de recibir turistas, Peñíscola sigue registrando ocupaciones altas”, afirmó el edil, que apuntó que la ocupación hotelera en estos días alcanza el 85% de media.

Por la tarde, el parador de fiestas albergó una nueva edición del mesón de la tapa. Hoy se podrá volver a disfrutar de este punto de encuentro, desde las 19.00 horas hasta la medianoche.

Por la noche, se celebró el bou embolat, con un ejemplar de la ganadería Bous de la Ribera. De madrugada se realizó una nueva cita con el encierro en las calles del casco antiguo del municipio .

Transcurrida la primera mitad de las celebraciones, la concejala de Fiestas, Raquel París, hizo un balance positivo de las mismas y destacó “la gran participación conseguida en la gran mayoría de actos organizados”. H