La elevada participación marcó los instantes finales de las fiestas de Sant Antoni de Peñíscola. Cientos de personas se congregaron a la puertas de la parroquia de Santa María para vivir la bendición y el reparto de los típicos rotllets entre todos los asistentes.

El día comenzó a las 11.00 horas con la misa en el interior del templo, en la que se hizo una ofrenda de productos del campo, con la finalidad de recordar el pasado agrícola de muchas familias de la localidad. Acto seguido se procedió a la bendición por parte del anterior párroco del municipio, Manel Doménech, que durante años tuvo un papel muy activo en este programa de celebraciones.

Por parte de los mayorales se hizo el sorteo de los números afortunados para la rifa anual, en la que se entregan un caballo, una cesta, un jamón y un cerdo. Desde la organización agradecieron la buena respuesta de los vecinos a esta iniciativa, «sin la cual muchos de los actos que preparamos no serían posibles, al igual que agradecemos la ayuda que da el Ayuntamiento», indicaron.

CABALLOS Y MASCOTAS / Los minutos siguientes estuvieron dedicados al paso de los caballos y carros, que hicieron su recorrido por las estrechas calles del casco antiguo, para recibir la correspondiente agua bendita. Buena parte de ellos era de la propia Peñíscola, aunque también se cuenta con la presencia de aficionados de localidades vecinas como Benicarló, donde la fiesta ya se vivió entre el martes y el miércoles. Finalmente, los poseedores de mascotas pasaron para cumplir con la costumbre. Muchos perros, pero también tortugas o canarios, fueron llevados por gente de todas las edades.