Las calles del casco antiguo de Peñíscola se mantuvieron fieles a la tradición, con las danzas típicas, la música y la presencia de cientos de personas que no quisieron perderse el primero de los días grandes de fiestas dedicadas a la Virgen de Ermitana. Los partes meteorológicos advertían en las horas previas la posibilidad de fuertes chubascos, pero afortunadamente la agenda de la tarde se pudo desarrollar según lo previsto. La primera parada fue la penúltima jornada del novenario dedicado a la patrona, seguido de la procesión por las calles del núcleo antiguo local.

Posteriormente llegó uno de los momentos más esperados, con la interpretación del Grup de Danses y de la Dansa Batalla de Moros i Cristians en una abarrotada plaza de Armas. La concejala de Fiestas, Raquel París, destacó que estas fechas «son las más señaladas en el calendario de los peñiscolanos, con la participación de una gran cantidad de entidades y de mucha gente del pueblo».

Como cada año, uno de los momentos más esperados es la torre humana que forman los dansants, para interpretar una loa dedicada a la patrona, y que arrancó los aplausos de unos asistentes que siguieron con atención las evoluciones de llauradores, cavallets, pelegrines y el recitado de los bandos de los moros y cristianos.

PERVIVENCIA / Una costumbre que ha logrado perdurar desde hace años. Para París, «es un orgullo ver cómo sigue la tradición, y comprobar que la gente sale de casa para hacer esta celebración cada vez más grande».

La actividad litúrgica comenzó por la mañana, con la misa concelebrada en el templo de Santa María, presidida por su párroco, Ricardo Fígols, con la presencia de las autoridades, encabezadas por el alcalde, Andrés Martínez; la reina de fiestas, Lidia Oms; y las integrantes de las cortes de honor. Al término de la ceremonia, los dansants actuaron en la plaza del Ayuntamiento.