La ciudad amurallada vivió ayer la primera jornada de la festividad en honor al patrón de los animales. Los actos centrales comenzaron en la plaza de la arciprestal. La restaurada puerta de los Apóstoles volvió a ser el marco de la representación de la vida del santo.

Centenares de vecinos y visitantes no quisieron perderse la historia de las andanzas de Sant Antoni y su fiel compañero Morondo. La obra detalla el relato de superación que vivió el acaudalado Antonio desde que tomó la decisión de dejar sus bienes hasta convertirse en un monje eremita.

Terminada la representación, demonios y santos desfilaron en la tradicional Santantonà hasta llegar a la plaza de San Miguel, que por segundo año consecutivo, fue el escenario donde plantaron la gran barraca. Allí convergieron ritos paganos y cristianos con la quema de la gran estructura vegetal. Las actividades siguieron por la noche en la Casa Cofradía, eje neurálgico del Sant Antoni en Morella.

El reparto del panoli, pastas típicas de la celebración, y les albaes, canciones tradicionales de la fiesta morellana, precedieron al típico desfile musical en ronda de vigilia para completar la primera jornada de Sant Antoni.