El destino parecía haber escrito de antemano que los toros más polémicos de los últimos años de la Vilavella no tenían que ser exhibidos en este municipio. Poco después de cruzar la puerta de los corrales y con pocos minutos de diferencia, ambos se desplomaron en el suelo ante la incredulidad de las cientos de personas que llenaban la plaza Estrella. Entre una sonora pitada fueron encordados de inmediato, aún con vida, pero sin restablecerse de alguna dolencia que solo podrá determinar un veterinario.

TOROS SIN AUTORIZACIÓN

Estos toros, de la ganadería de Torrenueva, han provocado muchos quebraderos de cabeza al Ayuntamiento. Adquiridos por el anterior equipo de gobierno en un cebadero de Valladolid para los dos sábados de Festa la Vila, no consiguieron a priori la autorización de los servicios veterinarios de la Generalitat hasta hace apenas unos días. Y no ha sido a cambio de nada. Las peñas y el Ayuntamiento no podrán desmontar y volver a utilizar barreras, rateras, cadafales y toriles hasta que no se proceda a su completa «desinfección por parte de una empresa especializada», como concretó la alcaldesa, Carmen Navarro. Esa fue la condición que impuso el gobierno autonómico atendiendo a las estrictas exigencias en materia sanitaria por lo que respecta a la circulación de toros en territorio valenciano. La normativa señala que los astados que proceden de un cebadero solo pueden ir a la plaza o al matadero, por el riesgo de infecciones que podrían provocar en otros animales.